¡Ultimo post del año!
El verano pega
fuerte y se impone el vermuth, las olivas y una palangana de agua fría para
meter las patas.
Después de muchas
vueltas, dudas y contramarchas comparto con ustedes una reflexión...
sobre el Estado, la economía actual y otros menesteres.
No fue fácil
hablar de Maquiavelo y de la actual crisis económica europea al mismo tiempo.
Y de cómo vivimos y de cómo vivieron los que estaban antes que
nosotros.
Pero, ¡todo
es posible!
A
continuación, un repaso histórico de cómo llegamos hasta acá.
No te asustes. No es apocalíptico. Ni hay conspiraciones. Ni
florituras. Sólo datos. Y un poco de reflexión. Con un toque filosófico.
¡Salut!
Paul Krugman escribió un breve pero
incendiario artículo el pasado 13 de mayo vaticinando grandes catástrofes en
Europa si no se aplicaba un plan alternativo al actual programa de ajuste y
recortes. Básicamente, nos decía que era posible que en España se produjera en
cuestión de meses una fuga de capitales y el consiguiente “corralito bancario”.
Pero, dejando de lado las profecías
de Paul Krugman la realidad es que en los últimos días hemos asistido al
colapso de varios indicadores económicos: la prima de riesgo superó en mayo su
máximo histórico, situándose en los 515 puntos básicos,
el PIB sigue contrayéndose (un 0,4% en el primer trimestre de 2012 en términos
interanuales) y la tasa de paro no hace mas que aumentar (de acuerdo a datos
del INE, en el primer trimestre de 2012 la cifra alcanzó los 24, 4% de la
población activa, un 3,15% mas que en el mismo periodo del año anterior). Esta
situación, con matices, se repite en muchos países de Europa sin que las
políticas de los Estados nacionales puedan revertir esta situación.
Muchos se preguntan hasta qué punto
los gobiernos pueden hacer política económica para solucionar los problemas de
la gente y otros muchos se cuestionan si, aun pudiendo, alguien tiene la solución
para revertir los malos datos económicos.
España, como todos los países de la
Unión Europea, no tiene capacidad para realizar política monetaria en virtud de
su pertenencia a la Unión Económica y Monetaria. Por contra, la política fiscal, si bien sigue en manos de
los gobiernos nacionales, en la práctica, España, como muchos otros países europeos,
tiene que rendir cuentas de lo que se hace en Bruselas.
Por lo tanto, sin política monetaria
y sin política fiscal las naciones europeas, tal como fueron concebidas, están
abocadas a desaparecer o a transformarse. Estamos
asistiendo al fin de los Estados nacionales tal como los conocemos. Y estamos
siendo testigos de que la economía y la política nacional, ya no van de la
mano.
Sin embargo, esto no siempre fue
así. El surgimiento del capitalismo estuvo íntimamente ligado a la creación de
Estados nacionales. “El capitalismo sólo
triunfa cuando se identifica con el Estado, cuando es el Estado”(Braudel & Tusón Calatayud, 2006, p. 27).
En este sentido, nos parece
interesante, en este momento de crisis, analizar cómo era el mundo político y
filosófico cuando surgió el sistema de producción capitalista.
Obviamente, un estudio pormenorizado
sería muy largo y excede lo que pretendemos en estas páginas pero, como acotar
es una de las principales (y más difíciles) tareas de un investigador, nos
centraremos en uno de los pensadores más relevantes del mundo político y
filosófico que ha dado el Renacimiento. Nos referimos a Nicolás Maquiavelo. Y
nos centraremos principalmente en dos de sus obras más destacadas: El Príncipe y Discursos de Tito Livio.
¿Por qué nos interesa Maquiavelo?
Porque es el primero en dar al término Estado “su significado de poder central soberano”
(Pisier Kouchner et al., 2006, p.36) constituyendo uno de los
principales pre requisitos para el surgimiento del capitalismo.
Asimismo, haremos un repaso de lo
que significó el Renacimiento en Europa, rastreando en primer lugar el fin del
sistema feudal y el origen del capitalismo comercial en Europa, especialmente
en Italia.
Pero antes, unas breves palabras
acerca de lo que no haremos. No nos centraremos en buscar a lo largo de los
textos de Maquiavelo citas relacionadas con la gestión económica. Eso ya se ha
hecho antes. Lo que intentaremos es ver qué aspectos de la obra de Maquiavelo
son relevantes para entender el surgimiento del capitalismo comercial en
Europa. Concretamente nos enfocaremos en tres cuestiones que considero
cruciales (sin perjuicio de que haya otras también importantes) ya que
constituyeron un cambio fundamental en el paradigma dominante y contribuyeron a
la creación de los Estados nacionales. Nos referimos a:
1) la religión como instrumento al
servicio de la política;
2) la función de la guerra como uno
de los motores de la economía de los países y como potenciador de la identidad
nacional; y
3) al rol de la agricultura y el
comercio como fuente de riqueza y prosperidad de los Estados.
Es imprescindible, antes de entrar
en materia, hacer un breve relato que nos sitúe en el contexto político y
económico de la época. Es lo que haremos en los primeros dos apartados. En el
primero analizaremos los principales dilemas en torno a la idea de Estado tal
como la concebían los humanistas de la época (Tomás Moro y Erasmo de
Rotterdam).
En el segundo apartado, nos centraremos en las claves económicas que
nos ayuden a situarnos en el contexto de
la época. Para ello, Eric Roll (2010) y John Galbraith (2012), dos
historiadores económicos de referencia, nos darán los elementos necesarios para
entender los importantes cambios económicos que se estaban dando en el
Renacimiento producto de la decadencia del sistema feudal.
En la segunda parte del trabajo
entraremos en materia analizando primero brevemente la vida de Maquiavelo y el
lugar que tenía Florencia como epicentro del comercio, el arte y las intrigas
palaciegas. Asimismo, analizaremos una de las premisas más importantes para el
triunfo del capitalismo comercial: la creación de estados poderosos. Para ello,
analizaremos tres elementos que nos parecen interesantes y que ya hemos citado
en la Introducción: la religión, la guerra y el comercio y la agricultura.
La época del Renacimiento, que ocupa
los siglos XV y XVI, fue un movimiento global surgido en Italia que abarcó una
serie aspectos que trascendieron lo meramente artístico. Para poder entender
esto hay que hacer un repaso a varios acontecimientos que determinaron una nueva
manera de ver el mundo (Pisier Kouchner et al., 2006).
·
El
invento de la imprenta que revolucionó la manera de transmitir el saber.
·
El
descubrimiento del Nuevo Mundo que ayudó a perfeccionar la fallida imagen del
mismo que se tenía hasta entonces
·
El
redescubrimiento de textos de la Antigüedad de la mano de los humanistas
·
La
reforma protestante
No nos detendremos en cada uno de
estos puntos ya que exceden ampliamente la dimensión de este trabajo pero sí
que es preciso mencionar aunque sea la importancia del movimiento humanista, de
la mano de dos de sus máximos exponentes: Erasmo de Rotterdam y Tomás Moro. Tanto
en Utopía como en Educación del príncipe cristiano se
plasman fuertes críticas a la sociedad de su tiempo. Ambas dos, al igual que la
obra de Maquiavelo, apuntan a un Estado fuerte por encima de los particularismos
feudales. Aunque cada uno a su manera.
La obra de Utopía se puede interpretar como una denuncia a los abusos contra
los desposeídos de la época al tiempo que aboga por un Estado que lo controla
todo. Podemos comprobarlo en números pasajes de la obra, por ejemplo en la crítica
que hace Tomás Moro (1984) al trato que se les da a los delincuentes. En este
sentido, no cree en la pena capital para simples delitos de hurto y explica
magistralmente cómo este tipo de penas no disuaden a los ladrones de robar.
Del mismo modo, la obra de Erasmo de
Rotterdam pretende crear un príncipe que “reina para servir al pueblo, no para
servirse él.”(Erasmo de Rotterdam, Jiménez Guijarro, & Martín, 2007, p. XXI) en donde reina la paz y la Iglesia jerárquica
es profundamente criticada.
Tres años antes de la publicación de
Utopía y Educación del príncipe cristiano, Maquiavelo escribió El príncipe. A pesar de las enormes
diferencias entre el pensamiento humanista y el pensamiento de Maquiavelo (que
ya ha sido largamente analizado), comparten la preocupación por un Estado
fuerte. Sin embargo, en la obra del florentino podremos observar que se encarga
de los aspectos meramente técnicos que tienen que acompañar a la gestión del
príncipe para conservar el poder. Las cuestiones morales no le preocupan. El
príncipe de Maquiavelo es un hombre pragmático que tiene como misión principal
adaptar sus circunstancias a la situación del momento. Por esta razón, la obra
de Maquiavelo ha sido muy criticada y tachada de carecer de escrúpulos.
Sin embargo, sostenemos, su
pensamiento es el que más de ajusta a las condiciones que demandó el incipiente
capitalismo comercial. Mas adelante veremos porqué esto es así. Pero antes, nos
encargaremos de revisar brevemente cual era el contexto económico de la época.
Los economistas coinciden en
denominar al sistema de producción que primó desde finales del siglo XV hasta
mediados del XVIII, como capitalismo mercantil o mercantilismo. Sin embargo, no
podemos hablar de un cuerpo coherente de doctrinas económicas. De hecho, la
economía como ciencia no existía todavía. Hasta entonces, el comercio era
duramente castigado por la Iglesia y no existía una separación tan evidente
entre la ética y la ciencia.
En este sentido, la obra de
Maquiavelo contribuyó a ello. O mejor dicho, la nueva teoría del Estado
esbozada por Maquiavelo, para muchos, fue la consecuencia más importante del
mercantilismo. En efecto, el ideario de Maquiavelo no se asienta en la virtud
sino en la necesidad. Eso es evidente en la manera en que plantea todo lo que
debe hacer el príncipe para mantener el poder(Maquiavelo & Napoleón, 1991). Este sería el camino también
trazado por la economía política. Pero volvamos al mercantilismo.
Algunos historiadores esbozan que
el creciente cuestionamiento a la Iglesia jerárquica como la Reforma en sí
misma, ayudó a relajar la autoridad doctrinal central. Todos estos factores ayudaron a que se
impusiera una mirada más racional hacia los problemas sociales.
Sin embargo, de acuerdo a Eric Roll (2010), el
factor decisivo en la caída del sistema feudal fue la incapacidad del mismo
para regular la producción de forma eficiente. ¿Y porqué? Porque los nuevos
métodos de cultivo agrícola provocaron un excedente de población en las zonas
rurales que se vieron obligadas a emigrar a las ciudades y a recurrir al
comercio y al mercado. Pero volvamos un poco más atrás.
Desde la Edad Media se había
empezado a incrementar el comercio entre los países europeos a si como el
comercio de larga distancia. Aparecieron los bancos primero en Italia y luego
en los países del norte de Europa. En este contexto, empezó a surgir la figura
del mercader que iba a competir directamente con la clase terrateniente de
origen feudal. Ya en el siglo XV podemos encontrar ciudades europeas con
fuertes comunidades mercantiles como Venecia, Florencia y Brujas. Asimismo, estas comunidades gozaban de un
nivel artístico y cultural superior al de los propietarios rurales. Pero no
solo eso: se empiezan a estrechar las relaciones entre los gobiernos y los
mercaderes. Galbraith (2011) nos lo explica de la siguiente manera:
“En las
ciudades comerciales, los grandes mercaderes no solo influían en el gobierno,
sino que ellos mismos eran el gobierno. Y en toda Europa, desde el siglo XV
hasta el siglo XVIII, fueron adquiriendo una creciente influencia en los nuevos
estados nacionales. Sus ideas llegaron a determinar la opinión pública (…) su
influencia provino en gran parte del
hecho de que para poder sobrevivir, los mercaderes debían superar en
inteligencia a los miembros hereditarios de las viejas clases terratenientes,
inteligencia que, por otra parte llegó a incluir ideas muy claras acerca de la
forma en que el Estado podía servir a sus intereses (p. 50-51).
Pero para entender en su totalidad
el cambio que supuso la entrada del mercantilismo tenemos que entender el
efecto que supuso en la economía europea el descubrimiento de América. La
afluencia de metales preciosos desde el Nuevo Mundo produjo una constante
subida de precios en Europa (lo equivalente a una emisión de dinero por parte
del Banco Central, algo que la Alemania actual se niega con todas sus fuerzas a
hacer). La inflación se originó en España y se extendió al resto de Europa. La
abundancia de metales preciosos en manos de la gente propició un aumento del
volumen de intercambio por lo que el tema de la oferta de dinero y sus
consecuencias sobre la economía, empezó a ser tema de preocupación.
Pero, el factor decisivo que
configuró el incipiente capitalismo comercial fue la consolidación del Estado
moderno. “Con la aparición del Estado nacional sobrevino una vinculación
todavía mas intima entre la autoridad pública y los intereses mercantiles”(Galbraith & Rodríguez-Campoamor, 1998, p. 54). Algunos historiadores económicos
como Gustav Schmoller o Eli Filip Heckscher incluso se atreven a sostener que
la tendencia de los Estados nacionales fue estar al servicio de los intereses
de los mercaderes mientras que ellos “facilitaban al gobierno los recursos
económicos que necesitaba para el sostenimiento de su poder”(Galbraith & Rodríguez-Campoamor, 1998).
Tal como exponíamos en el apartado
anterior, no podemos hablar de un cuerpo uniforme y coherente de doctrinas
económicas. Sin embargo, algunos como el profesor Heckscher, sostienen que el
mercantilismo consiste en una serie de medidas encaminadas a contribuir a la
política y supremacía nacional(Roll, Torner, Chávez Ferreiro, & Fondo de Cultura Económica, 2003). Dentro de esas medidas que
contribuirían a un Estado más fuerte destacamos el proteccionismo. La
intervención del Estado es una de las medidas fundamentales de la era
mercantilista.
“Los que
tenían a su cargo las funciones del gobierno aceptaban las nociones
mercantilistas y ajustaban su política a ellas, porque en ellas veían medios de
fortalecer a los Estados absolutistas tanto contra los rivales extranjeros como
contra los restos del particularismo medieval en el interior”(Roll et al.,
2003, p.59).
Como podemos observar, no hay
consenso acerca de si los factores económicos determinan los políticos o
viceversa. A pesar de que numerosos
textos mercantilistas hablan en nombre del supuesto “engrandecimiento nacional”
no podemos dejar de señalar que los factores económicos antes citados como la
influencia de los metales preciosos y el hundimiento del sistema feudal jugaron
un rol decisivo en el nacimiento del mercantilismo(Roll et al., 2003).
Pero una de las máximas más
importantes de esta corriente de pensamiento fue la acumulación de metales
preciosos como política no solo de los mercaderes sino de los Estados. Todas
las medidas de política económica debían ir encaminadas hacia tal fin(Galbraith & Rodríguez-Campoamor, 1998). El poder de los estados estaba íntimamente
ligado a la cantidad de oro y plata que poseían en sus reservas.
La tercera máxima, íntimamente
ligada a las dos anteriores, fue la profunda desconfianza a cualquier forma de
libre mercado. Los primeros mercaderes eran fuertes defensores del monopolio,
sistema sobre el que se basó su riqueza (Eric Roll se atreve a afirmar que “las
ganancias del mercader eran producto del monopolio y la extorsión” (p. 53)). No
nos extraña que sea así. Si los intereses de los mercaderes estaban ligados a
los intereses del Estado, mientras menos jugadores hubiera, mejor.
Por último, debemos agregar que si
la riqueza de un Estado estaba ligada a la acumulación de metales preciosos,
todas las medidas del Estado fueron encaminadas a aumentar el comercio exterior
y a tener una balanza de pagos favorable.
Veremos en el apartado siguiente en
qué pudo contribuir Maquiavelo, aún sin saberlo, al nacimiento y consolidación
del capitalismo en Europa.
Poco se sabe de la vida temprana de
Maquiavelo. Nació en 1469 en Florencia. Es justamente cuando asume su cargo
como Segundo Canciller de la República de Florencia que sabemos mas de él. Como
parte de sus obligaciones, Maquiavelo asumió tareas diplomáticas en nombre de
Florencia, viajando a las principales ciudades italianas así como a la corte de
Francia o al imperio de Maximiliano.
Florencia era una república desde 1484 cuando
la familia Medici fue expulsada del poder. Sin embargo, 28 años después los
Medici vuelven al poder expulsando a Maquiavelo de la función pública. Luego de
ser apresado y torturado Maquiavelo recupera su libertad y se retira a su
granja en las afueras de Florencia a escribir. Es en esa época que se gesta El Príncipe y los Discursos de Tito Livio (Nederman, 2009)
Mientras tanto, en Florencia “a finales del siglo XIV, la antigua nobleza feudal
y la nueva gran burguesía mercantil forman ya un mismo cuerpo dentro de una
élite del dinero, la cual se hace también, lógicamente, con el poder político”(Braudel & Tusón Calatayud, 2006). Concretamente, desde el siglo
XIV Italia será el centro de la vida europea destacando cuatro poderosas
ciudades: Venecia, Milán, Florencia y Génova.
Pero volvamos a Florencia: gracias
al enorme poder y riqueza de la familia Medici, el despliegue de arte y
ostentación de la ciudad atrajo a numerosos artistas y científicos. Florencia
se transformó en un polo de atracción de lo mejor del Renacimiento. Este es el
contexto con el que convive Maquiavelo.
Tal como comentábamos al principio
de esta obra, los pensadores políticos y económicos han pasado décadas (o
siglos) debatiendo si los cambios políticos son el resultado de
transformaciones económicas o viceversa. No hay consenso en relación a este
tema y menos cuando hablamos del surgimiento del capitalismo. Pero lo que sí
que es patente, de acuerdo a lo expresado por numerosos historiadores
económicos, es la estrecha relación entre el surgimiento del Estado y el
nacimiento del capitalismo.
Numerosos textos de la época, de
tono mercantilista, apuntan a la defensa de los intereses nacionales, al menos
como excusa para defender intereses de capitalistas privados. Algunos lo llaman
“falacia de composición” y que vendría a decirnos que lo beneficia al individuo beneficia al Estado (Galbraith & Rodríguez-Campoamor, 1998).
En este contexto, qué mejor defensor
de los intereses nacionales que el pensamiento de Maquiavelo: toda la obra de
El príncipe está atravesada por un profundo celo en conservar el poder en manos
de los gobernantes. En efecto, Maquiavelo estaba en un lugar y un momento
privilegiado para observar el fin de la
sociedad medieval de la Italia del siglo XVI. Justamente fue allí donde mas
encarnizadas fueron las luchas eclesiásticas y las batallas por la unidad
nacional(Roll et al., 2003).
Pero para poder dar el golpe
definitivo al régimen feudal y fundar un nuevo Estado al servicio del nuevo
sistema de capitalismo comercial tuvieron que suceder varias cosas. En el
siguiente apartado analizaremos algunos aspectos de la obra de Maquiavelo que
nos ayudarán a entender mejor el nuevo sistema económico que se estaba
gestando. Por cuestiones de espacio nos centraremos en: el declive de la
Iglesia, la guerra como recurso económico y el rol del comercio y la
agricultura.
Se considera que la obra de Adam
Smith La riqueza de las naciones, dio
origen a la economía política como ciencia. Cualquiera que lea esta obra
difícilmente encontrará alguna referencia a la religión o a la ética. De allí
en adelante, ese ha sido el espíritu que ha recorrido la historia de la ciencia
económica de los últimos siglos tanto en su vertiente marxista, clásica,
neoclásica, etc.
En efecto, algunas de las doctrinas más
exitosas como puede ser el pensamiento neoclásico han apuntado a un
acercamiento a las ciencias naturales en el tratamiento de los temas. Se
modelizaron los enunciados en forma de expresiones matemáticas y el holismo fue
remplazado por el individualismo metodológico (Bustelo, 1999) hasta llegar a una ciencia ascética y carente
de componentes éticos. Hoy nos resulta familiar esta manera de concebir la
ciencia económica (y las ciencias sociales en general), al menos en su
vertiente ortodoxa, pero si nos remontamos al Renacimiento, esta manera de
entender la ciencia (cualquier ciencia) era totalmente nueva.
Maquiavelo, en este sentido, supo
ver a la ciencia política de la misma manera en que los economistas empezaron a
ver la ciencia económica a partir de Adam Smith. Es decir, alejada de la
religión y al servicio del Estado y del individuo. Podemos decir que Maquiavelo
revolucionó la manera de hacer ciencia social al separar la ética de la
política y al poner la religión en un plano meramente instrumental, algo que ni
Erasmo de Rotterdam ni Tomás Moro supieron ver (o no quisieron ver). En efecto,
leyendo a estos humanistas uno tiene la sensación de que más que anticipar una
nueva etapa, fueron los últimos grandes exponentes de una era que estaba
muriendo. Y justamente apuntamos esto por la importancia que dan a la religión
en la conformación de los Estados. Pero
volvamos a Maquiavelo.
Analizando la obra Los discursos sobre Tito Livio
constatamos el uso que hace Maquiavelo de la religión. La considera importante
en la medida que ayude a consolidar el poder del príncipe. En este sentido, no
cuestiona a la Iglesia sino que la considera crucial para la sociedad. En
concreto, Maquiavelo señala tres motivos por los cuales la religión puede ser
útil a la política(Maquiavelo & Napoleón, 1991) y son:
1.
La
religión ayuda a las naciones a pasar de
la ferocidad a la “sociabilidad de la civilización”.
2.
La
religión ayuda a convencer a la gente de realizar acciones “reputadas” que a
priori no resultan evidentes que se deban hacer
3.
La
religión ayuda a realizar acciones peligrosas y dificultosas por el bien de la
nación
Basta solo con recorrer someramente
el índice de los Discursos de
Maquiavelo para darse cuenta de la cantidad de usos que tiene la religión en la
política. Bajo esta óptica, no hay cuestionamiento de la Iglesia como poder,
cosa que sí veíamos en la obra de Erasmo de Rotterdam. Sin embargo, esta forma
de ver la religión dista mucho de lo que se usaba en esa época. Su visión,
definitivamente parece ajustarse mejor a la realidad de la época y resulta
revolucionaria en la manera de entender la política como una ciencia.
Pero uno de los usos mas importantes
de la religión ha sido para justificar la guerra. Maquiavelo, en este sentido,
elogia a los romanos que utilizaban la religión para comandar los ejércitos.
Asimismo, la religión para Maquiavelo constituye una manera de volver a las
instituciones de origen como base de la fundación de una republica. Él
considera que tanto un reino, una religión o una republica tienen orígenes
honestos y con el paso del tiempo se corrompen, por lo tanto, propone volver a
las formas primigenias de estas instituciones (Maquiavelo, 1943).
Dijimos hace unos instantes que
Maquiavelo consideraba la religión una buena excusa para iniciar una guerra. Veremos
a continuación, porqué Maquiavelo consideraba la guerra un recurso crucial para
mantener el Estado poderoso.
Tal como señalábamos antes, la gran
afluencia de metales preciosos traídos del Nuevo Mundo servían claramente a un
propósito: hacer la guerra. Se estima que la guerra durante la época del Renacimiento
consumía el 70% de los ingresos públicos de España y en torno a dos terceras
partes de los ingresos del resto de naciones europeas(Galbraith & Rodríguez-Campoamor, 1998, p. 52).
En efecto, muchos historiadores
coinciden en señalar la estrecha relación entre el poder militar y los metales
preciosos.
“Los gobernantes estaban en lo cierto cuando vinculaban el
poder militar y las fuerzas nacionales
con políticas que les permitían o parecían permitirles la acumulación de dichos
metales”(Galbraith &
Rodríguez-Campoamor, 1998, p. 59)
Maquiavelo, en este sentido, refleja
el estado de las cosas de su tiempo y en el tema de la guerra también supo ver lo
importante que era para los Estados. De hecho, dedica muchos apartados de su
obra este tema y considera, en efecto, que uno de los fundamentos de un Estado
fuerte es tener un buen ejército (el otro es tener buenas leyes). Y no
cualquier ejército sino un ejército propio que no sea mercenario(Maquiavelo & Napoleón, 1991, p. 91). Además, dedica varios capítulos de
su obra a hablar sobre los tipos de ejércitos siendo el único valido el ejército
propio, el que no depende de terceras potencias.
Pero Maquiavelo va más allá: su
príncipe debe dedicarse en cuerpo y alma a su ejército. Así pues,
“Un príncipe
no debe tener otro objetivo ni otra preocupación, ni debe considerar como suya
otra misión que la de la guerra, su organización y su disciplina. Porque ésa es
la única misión que compete a quien gobierna.”(Maquiavelo & Napoleón,
1991, p. 105)
En efecto, para Maquiavelo, los
buenos soldados son mas importantes incluso que la riqueza la cual considera
que es un elemento secundario(Maquiavelo, 1943).
No podemos decir que sea
precisamente un pacifista. Es evidente que Estado, guerra y capitalismo
comercial están íntimamente unidos en esta época de la historia. Es decir, nos
situamos en una época histórica donde llegan abundantes metales preciosos del
Nuevo Mundo y las potencias de la época se gastan gran parte de esa riqueza en
hacer la guerra en nombre del engrandecimiento nacional. La política y la
economía conspiran en beneficio del poder.
Este punto de vista contrasta
fuertemente con el ideario de Erasmo de Rotterdam quien consideraba que la
guerra debía ser el último recurso de un príncipe cristiano ya que la
consideraba “una epidemia” que se propaga enseguida entre sus vecinos(Erasmo de Rotterdam et al., 2007). Lamentablemente, en este punto, la
experiencia le ha dado la razón. En el siguiente apartado dedicaremos unas
líneas a las otras dos actividades más importantes que llevaban a cabo los Estados
aparte de hacer la guerra. Nos referimos a la agricultura y el comercio.
Si tomamos el libro de El Príncipe, la palabra guerra aparece
mencionada 38 veces, la palabra religión al menos una vez pero si intentamos
buscar términos como agricultura, comercio o impuestos no encontramos ninguna
entrada excepto con la última. La palabra impuestos aparece mencionada una sola
vez en la obra El Príncipe.
Llama la atención que Maquiavelo,
siendo florentino en la época en que Florencia debía parte de su esplendor a su
potente sector bancario y lanar no haya pensado de forma mas profunda en el rol
de estas actividades en el devenir de los Estados.
Pero bueno, no es de sorprender que
no encontráramos referencias expresas y directas en materia de política
económica. Al fin y al cabo, no es un economista. Maquiavelo, ante todo, es un pensador político
pero no un hombre de negocios. No es nuestra labor aquí reseñar las escasas
menciones que hace Maquiavelo a la agricultura o al comercio (ese trabajo de
transcripción ya lo han hecho otros). Simplemente, esbozaremos algunas ideas
generales que creemos rondaba la cabeza de este pensador. Para ello, tenemos
que dejar de lado sus dos obras más importantes (El príncipe y Discursos) y
adentrarnos un poco en otra obra menos conocida del autor. Nos referimos a Mente di oumo di stato en donde encontramos un guiño a la
agricultura y el comercio. Maquiavelo piensa que es preciso fomentar entre el
pueblo estas dos actividades para hacer crecer a la república(Maquiavelo & Napoleón, 1991), por otro lado, muestra sus recelos
a la riqueza proveniente de la industria.
En este sentido, creemos que Maquiavelo
apuesta por la Italia rural en donde “el pueblo es rico cuando no tiene que
sacar su dinero fuera del país o de su pueblo, estando contento con lo que su
país o pueblo produce”(Maquiavelo, 1943, p. 93). Este punto es interesante porque a
menudo se dice que Maquiavelo supo adelantarse a su época en la manera en que
esbozó su teoría del Estado. Sin embargo, es curioso que el creciente rol de la
industria le haya pasado desapercibido.
Por último, tenemos que destacar el valor que da
Maquiavelo al rol del trabajo en la formación del Estado. Aunque,
evidentemente, no esbozó una teoría del valor-trabajo tal como los clásicos
encabezados por Adam Smith hicieron, supo ver con prontitud que esa era una de
las bases de la sostenibilidad de la república, independientemente de la
riqueza natural de la comarca en la que se enmarque ese Estado. Nos lo deja
claro de la siguiente manera:
“Los hombres
trabajan o por necesidad o por elección, y se sabe que la virtud tiene mayor
imperio donde se trabaja más por precisión que voluntariamente. De aquí que
debieran preferirse, al fundar ciudades, sitios estériles para que los
habitantes, obligados a la laboriosidad y no pudiendo estar ociosos, vivieran
mas unidos, siendo menores por la pobreza de la localidad, los motivos de la
discordia. (…) pero no siendo siempre posible defenderse de la ambición humana
sino siendo poderosos, es indispensable huir de la esterilidad del suelo para
fijarse en sitios fertilísimos. (…) En cuanto al peligro de la holganza que la
fertilidad pueda desarrollar, debe procurarse que las leyes obliguen al trabajo
aunque la riqueza de la comarca no lo haga preciso”(Maquiavelo,
1943, p. 62-63).
Este punto, puede parecernos trivial hoy en día
pero en la época mercantilista no se creía que la riqueza de un país residiera
en el trabajo sino que la tierra y los metales preciosos constituían la vara de
medir de una economía. Por lo tanto, Maquiavelo, aunque no supo darle forma a
la teoría del valor trabajo supo ver que el mismo era fundamental para el
enriquecimiento de los Estados.
Tomas Moro (1984) en este sentido, coincide
bastante con Maquiavelo. Su ciudad Utopía, se basa en la agricultura para
subsistir y sigue hablando de oficios en vez de industria. Tomás Moro cree en
la tierra como fuente de valor y en el trabajo como potenciador de un Estado
pero no es capaz de ver en la industria la potencialidad que se avecinaba.
Sigue creyendo en los oficios a la manera feudal.
Empezábamos este trabajo diciendo
que Europa como unión de Estados nacionales estaba desapareciendo.
Probablemente la gran transformación que ha vivido Occidente en términos económicos
requiere un replanteo de las antiguas teorías del Estado. En este trabajo,
hemos querido llamar a la reflexión sobre este punto ya que constatamos que los
Estados nacionales son incapaces de solucionar los problemas macroeconómicos y
sociales más acuciantes.
A lo largo de este trabajo, hemos
indagado en las razones políticas y económicas que han desencadenado la
constitución de Estados nacionales. Asimismo, hemos constatado que las ideas
acerca del Estado esbozadas por Maquiavelo estaban abocadas a crear un tipo de
Estado funcional al nacimiento del capitalismo como modo de producción. Además,
a través de sus obras hemos rastreado algunas de las premisas fundamentales de
los Estados al servicio del incipiente capitalismo comercial.
Por otro lado, hemos constatado que
a pesar de que en el terreno político Maquiavelo supo crear un modelo de Estado
funcional a los intereses del capitalismo, pensamos que no fue consciente de
ello. Por esta razón, llama la atención lo poco lúcido que fue en el terreno
económico. Su desconfianza hacia la industria pone de manifiesto su
desconfianza hacia los nuevos modos de producción. No podemos culparlo pero si llamar la atención
sobre el hecho de que siendo florentino no supo ver con claridad las estrechas
relaciones entre los mercaderes y el Estado.
Pero, volviendo a la actualidad,
resta preguntarnos: si ya no actúan los Estados en nombre del “engrandecimiento
nacional” y si no tienen capacidad para elaborar sus propias políticas
económicas, entonces, ¿A qué se dedican en la actualidad los Estados? Algunos
economistas afirman que estamos siendo testigos de un “nuevo mercantilismo” en
el que grandes firmas nacionales y Estados se alían y en donde estas grandes
firmas actúan de hecho como Estados. En este contexto, las grandes
corporaciones introducen nuevas formas de gobierno así como nuevas reglas. Y
donde los grandes centros de poder ahora son público-privados(Uzunidis & Laperche, 2011).
Posiblemente haya que repensar el
rol del Estado teniendo en cuenta esta nueva realidad. Sea cual sea la nueva
teoría del Estado debe contemplar con la misma importancia los aspectos
políticos y económicos. Hoy más que nunca la economía tiene un rol fundamental
en la soberanía de los Estados.
Pero volviendo a Maquiavelo, algunos
se preguntarán si después de todo, ya está muerto. En el sentido de que su idea
de Estado ya está caduca. A lo mejor, todavía es pronto para sacar esa
conclusión pero esperamos que con este breve ensayo podamos reflexionar sobre
el tipo de Estado que necesitamos para solucionar los problemas de la gente. O
al menos interrogarnos, una vez más, para qué queremos un Estado.
Y para despedirnos, nos sumergimos,
casi a la desesperada, en los Discursos de Tito Livio buscando alguna clave que
nos ayude a salir de este atolladero y pienso que a lo mejor, en tiempos de
crisis y de desorientación por parte de los políticos solo resta “fingirse loco
por un tiempo”(Maquiavelo, 1943, p. 224).
“Conviene
pues fingirse estúpido como Bruto y se practica este fingimiento hablando,
viendo y obrando contra tus propósitos y por complacer al príncipe”(p.
225)
Braudel, F., (, & Tusón Calatayud, R. (2006). La
dinámica del capitalismo (4{487} reimp ed.). México: Fondo de Cultura
Económica.
Bustelo, P. (1999). Teorías contemporáneas del
desarrollo económico (1{487} reimp junio 1999 ed.). Madrid: Síntesis.
Erasmo de Rotterdam, Jiménez Guijarro, P., & Martín,
A. (2007). Educación del príncipe cristiano (2̂ ed.). Madrid: Tecnos.
Galbraith, J. K., (, & Rodríguez-Campoamor, H.
(1998). Historia de la economía (8a ed.). Barcelona: Ariel.
Macchiavelli, N. (2010). Il principe di niccolo
macciavelli cittadino E segretario figrentino: E la mente di un uomo di stato
(1849). Italia: Kessinger Publishing, LLC.
Maquiavelo, N. (1943). Obras políticas. Buenos
Aires: Poseidon.
Maquiavelo, N., & Napoleón. (1991). El príncipe:
(comentado por napoleón bonaparte) (21" ed.). Madrid:
Moro, T. (Ed.). (1984). Utopía. España: Sarpe.
Nederman,
Cary, "Niccolò Machiavelli", The Stanford Encyclopedia of
Philosophy (Fall 2009 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL =
<http://plato.stanford.edu/archives/fall2009/entries/machiavelli/>.
Pisier Kouchner, E., Duhamel, O., (, Châtelet, F., (,
Bouretz, P., Colas, D., & Guilaume, B. (2006). Historia del pensamiento político. Madrid: Tecnos.
Roll, E., Torner, F. M., Chávez Ferreiro, O., & Fondo
de Cultura Económica. (2003). Historia de las doctrinas económicas (3 ,
3 reimp ed.). México D. F.: Fondo de Cultura Económica.
Uzunidis,
D., & Laperche, B. (2011). The new mercantilism and the crisis of the
global knowledge economy. Springer New York, 2(3)
Etiquetas: capitalismo, crisis económica, Erasmo de Rotterdam, Eric Roll, escuela neoclásica, Estado, estados nacionales, J.K Galbraith, Maquiavelo, mercaderes, mercantilismo, Paul Krugman, Renacimiento, Tomás Moro