Keynes, los usos de la estadística y otras banalidades


Entre tanta crisis, quiebra de bancos y desempleo, todo el mundo opina.

Que si tiene que intervenir el Estado. Que si hay que rescatar a la banca. Que si los mercados están de mal humor. Que si no me quieren. En fin.

Lo cierto es que todos estos debates, fútiles en su mayoría, se reducen al viejo tema de si el Estado debe intervenir en la economía o debemos dejar todo en manos del mercado. Es decir, todavía, muchas décadas después de la Gran Depresión, nos seguimos preguntando si Keynes está definitivamente muerto.

Y hablando de Keynes…a menudo los economistas perdemos mucho tiempo estudiando a los clásicos. Está muy bien, pero ya muchos han escrito acerca de si La teoría general acertó o no en su manera de concebir la economía. No es lo que haremos hoy.

En efecto, si necesitás saber las claves de la economía que viene, ¡no sigas leyendo! Como estamos en verano, dejaremos esos temas para los que creen que saben.

 Y como la economía nos aburre para el verano, no hablaremos de lo que hay que hacer para salir de la crisis, sino de cultura y de cómo eran los economistas de antes.

 Y por esta razón, hemos elegido a John Maynard Keynes, por ser un personaje peculiar. No era el típico economista con inquietudes meramente económicas. Era un hombre del Renacimiento perdido en el siglo XX (¡ah! ¡Qué frase rimbombante!). En palabras de Robert Skydelsky, uno de sus principales biógrafos:

 “No admiraba mucho la economía aunque esperaba que algún día los economistas fueran tan útiles como los odontólogos. (…) El mismo sentía que todos sus mundos fertilizaban su economía, y le proporcionaban una percepción mas rica y mas compleja de la naturaleza humana que la del “hombre económico” del economista.” (Skydelsky, 2009. P. 75)

Nos interesa su faceta de economista “polirubro”. Sus inquietudes y su circunstancia.

Nació en 1883 en Cambridge donde estudió Economía y llegó a ocupar cargos importantes como funcionario de la Oficina de Indias y funcionario del Tesoro. Pero fue justo en la Universidad de Cambridge[1] donde estudiaba donde conoció a parte de los integrantes del Grupo Bloomsbury, entre ellos Lytton Strachey (uno de sus amantes), Leonard Woolf (futuro esposo de Virginia Woolf) y Clive Bell (esposo de Vanesa Bell, hermana de Virginia Woolf) y fue uno de los miembros mas destacados de este peculiar grupo, una banda de amigos muy particular.


Lytton Strachey, uno de los amantes de Keynes, pintado por Dora Carrington.

Definitvamente Keynes no tenía mal gusto. Duncan Grant, uno de sus amantes por Albin Langdon, 1912

Duncan Grant y Keynes en 1912

Keynes con su esposa Lydia Lopokova pintados por William Roberts en 1932.
Eran como la pandilla de chicos del barrio, con la única diferencia de que, en este caso, en vez de tener un amigo plomero, otro oficinista y otro que trabaja poniendo tragos en un bar, acá todos era capos en sus respectivas áreas de interés. Digamos que eran un grupo de amigos snob que se juntaban no solo a filosofar sobre la vida sino a pasarla bien (en una época en que estaba mal visto pasarla bien y menos con gente de tu mismo sexo.)

No hablaremos de cada uno de estos amigos, entre los que se encuentra Virginia Woolf (escritora), Ducan Grant (pintor), Dora Carrington (¿se acuerdan de Emma Thompson interpretando a Carrington en donde se suicida cuando muere su amante Lytton Strachey, a su vez primo y amante de Ducan Grant, quien, a su vez, tiene un affaire mas o menos largo con la hermana de Virginia Woolf Vanesa Bell (pintora), los cuales tienen una hija que luego se casa con otro de los amantes de su padre?… bueno, no sigo porque es interminable, lo juro) ya que existen numerosos libros mas o menos serios sobre las andanzas de cada uno pero revisando un poco de material para documentarme un poco me encuentro con un libro en donde se reproducen varias cartas que se han enviado algunos miembros de este grupo. Dan fe de que Keynes, tenía una vida igual de normal y retorcida que el resto de mortales. Hojeando las cartas, encuentro una en donde las chicas fuertes del grupo “ponen a parir” a Maynard por enamorarse de la bailarina rusa Lydia Lopokova.

Y es que Virgina será una gran escritora pero junto a su hermana parece que se comportaban como unas autenticas bitches. Reproduzco a continuación unas lineas, carta enviada por Virgina Woolf a Jaques Raverat:

"Todo lo que predije sobre Maynard y Lydia se está cumpliendo. Cenaron con nosotros hace dos noches, y ¡santo Dios!, el pobre gorrión ya está se convirtiendo en una discreta, silenciosa, seria, maternal gallina, con huevos, plumas, cloqueo, cloc, cloc, cloc, todo al completo."[2]

¿Qué tul? No me equivoco ¿no? Al final Keynes se casó en 1922 con Lydia Lopokova y parece que inició una vida más convencional que espantaba al Grupo de Bloomsbury. A partir de su matrimonio abandonó su vida homosexual y parece que fue feliz.

Pero volviendo a temas serios. A pesar de inventar la macroeconomía moderna, Keynes tenía sensibilidad para las artes, de otra forma, no podemos explicar su inclusión en este peculiar grupo. Pero no solo eso: Keynes se transformó en especulador de arte[3] de la mano de Vanesa Bell, pintora, (hermana de Virginia Woolf) y Roger Fry, marchante y pintor, quienes introdujeron a Keynes en el postimpresionismo. Justamente fue Fry quien organizó varias exposiciones en las que se trajeron por primera vez obras postimpresionistas a Reino Unido.

Pero su gusto por el arte fue más allá: Fry y Keynes crearon una bolsa de inversión bursátil. Justamente Keynes, como consejero del Tesoro compró obras de Degas para la National Gallery cuando se encontraba en Francia. Harrod (sí, el del modelo Harrod-Domar) y Skidelsky, dos de sus biógrafos más importantes, no se ponen de acuerdo en cuanto estaba valuado su colección de pinturas al final de su vida pero fue una suma apreciable que probablemente superó los 2,9 millones de euros actuales[4]

 En efecto, Skydelsky compara a Keynes, en su faceta de especulador, con George Soros y Warren Buffet…

 Pero bueno, volviendo a cosas aún mas serias, si cabe. Keynes era un gran defensor del uso de la estadística en economía. Disfrutaba deduciendo tendencias de los datos económicos que recolectaba. Sin embargo, desconfiaba de la econometría como instrumento de predicción económica. Para él, la estadística solo era historia económica. Tal fue su fanatismo por el conteo de sucesos que, se dice que llevaba una contabilidad minuciosa de todo lo que hacía: los pasos que daba, las relaciones sexuales que mantenía, con quien las tenía, incluso se dice que las puntuaba. Los archivos del King’s College tienen todo este material e incluso, Evan Zimroth, uno de los investigadores de sus diarios cuenta que Keynes llevaba un registro de todos los aspectos de su vida sexual, incluso hay una parte que está escrito en clave por lo que todavía se está intentando descifrar su contenido[5]. Mucho morbo ¿no?

 No sabemos si es necesario llegar a tanto. ¿Nos interesa conocer al 100 por 100 los diarios de Keynes? ¿Realmente hay investigadores de universidad que se dedican a esto? Está claro que el investigador-chimentero[6] tiene un status distinto al mero perseguidor de famosos.

 Pero, pongámonos serios. Nos gusta Keynes por muchas cosas. No solo porque estaría amargadísimo al saber que los países europeos siguen ahogando sus economías con políticas fiscales ineficaces, sino porque fue mucho mas que un economista. Abrimos cualquiera de sus libros y pensamos: “sabe de lo que habla”. Y nos gustaría que algunos economistas, técnicos de hoy, fueran algo más que eso.

Los dejo con unas palabras necrológicas de Maynard (me permito la confianza de llamarlo por su nombre de pila), escritas a Marshall, su gran maestro cuando murió:

 “El gran economista debe poseer una rara combinación de dotes. Debe ser matemático, historiador, estadista y filósofo (en cierto grado). Debe contemplar lo particular en términos de lo general y tocar lo abstracto y lo concreto con el mismo vuelo del pensamiento. Debe estudiar el presente a la luz del pasado y con vista al futuro. Ninguna parte de la naturaleza del hombre o de sus instituciones debe quedar por completo fuera de su consideración. Debe ser simultáneamente desinteresado y utilitario, tan fuera de la realidad y tan incorruptible como un artista y sin embargo, en algunas ocasiones, tan cerca de la tierra como el político”. 
Lo siento. Al final no he podido ponerme seria.

Y en alguna entrada posterior, les contaré porque pienso que Las consecuencias económicas de la paz, no ha pasado de moda. Los invito a leerlo, edición bolsillo en Amazon 8 euros-dólares.

Después hablamos.


[1] Galbraith, John (2012): Historia de la economía. Ariel


[2] Spalding, Frances (1994): Virginia Woolf. Dardos de papel. Cartas ilustradas. Odin Ediciones


[3] David de Ugarte (CV) (2004): Lord Keynes, especulador postimpresionista, Contribuciones a la Economía.


[4] Skydelsky, Robert (2009): El regreso de Keynes. Critica.


[5] http://moreintelligentlife.com/node/824


[6] Chimentero: cotilla en español de España.


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