Termina el año y no estamos para ladrillos. Hoy, articulito light del canguro. Pocas cifras. Un poco de reflexión. Y por supuesto, un vermuth bien frío para terminar la jornada. ¡Salut!
La semana pasada pasé por la
farmacia. Necesitaba vituallas para mi bebé canguro y unas cuantas cosas que el
capitalismo nos impone sin que nos atrevamos a cuestionar. Repuestos de
tetinas, un vaso para tomar agua y un cepillo de dientes. Me encontré con que
solo vendían mamaderas marca Chicco para recién nacidos. Misma suerte
tuve en dos farmacias más. Por curiosidad, pregunté el precio. El vaso de
Avent, todo un lujo en el Cono Sur, ¡salía 90 pesos!
Cuando llegué a casa, me topé con
el diario en el piso, mi bebé canguro se había mostrado especialmente
interesado por la política local, me agaché a recogerlo y justo estaba abierto
por la mitad. Uno de nuestros funcionarios afirmaba que los caceroleros del 8N
lo estaban pasando bien
.
Tiré todo el periódico a la
basura. Estaba inservible.
De igual modo, un canguro amigo
que se encuentra en Madrid, me relataba que de casualidad se asomó por la ventana y su decepción fue
total al constatar que uno de sus lugares favoritos para comer cocido había
cerrado, un negocio más que se suma a la larga lista de restaurantes de la zona
que echan el candado. Una parrilla. Un café. Un bar de copas.
Mientras tanto, cada vez más
gente revuelve la basura en busca de algo que echarse en el estomago. Todo en
menos de un año.
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Fuente: http://ociointeligente.wordpress.com/2012/07/30/el-triangulo-retorico-pathos-ethos-y-logos/retorica/ |
Después, se dirigió al living y
puso la tele. Justo empezaba el noticiero. El Ministro de Hacienda español
hablaba de la amnistía fiscal y de los más de 50.000 millones de euros que se
recaudaría. Un golpe a la moral de todos aquellos cumplidores que ven cómo se
premia al evasor
.
Este detalle y muchos más me
pusieron en la pista de por qué me cuesta creer lo que dicen los políticos en
relación a la economía.
Y algunos de ellos todavía se
preguntan por qué la gente ya no les cree. Porqué, aunque ganan las elecciones,
sus discursos no convencen. No logran
persuadir a su audiencia.
Supongo que ya sospechan por
donde voy. Sí. Sigo interesado por estos temas. Es más. Me fascina ver cómo la
gente se deja convencer o se muestra escéptica en función de lo que alguien más
o menos astuto les dice. Sucede en el amor, en el trabajo, en la política y,
por supuesto, en la economía.
Y no me queda otra que correr a
mi adorado Compendio de Lógica,
argumentación y retórica una obra genial para aprendices como yo que
quieren entender un poco más cómo hacen para convencer los que tienen el don
del chamuyo.
Siempre fui tímido y cuando lograba defender alguna idea propia
siempre caía en el descredito. Mis ideas nunca prosperaban. Por eso cuando
encontré el Compendio me decidí a
estudiar a los que realmente saben. Los capos de la retórica.
Pero volvamos a lo importante.
Abro el libro. Busco en el índice
algo que me dé la pista. ¿Pensamiento crítico? ¿Lógica informal? ¿Teoría de la
argumentación? Sigo leyendo hasta que llego a un pasaje interesante.
Persuasión y
convicción. ¿Creían que era lo mismo? Parece que no. Podemos intentar
convencer a alguien de que haga algo y podemos persuadir a alguien de que haga
alguna cosa pero no es exactamente lo mismo. El
convencimiento está más ligado a las creencias mientras que la
persuasión está concentrada con la
acción. Adelino Cattani y Jesús Alcolea
nos lo explican magistralmente
:
1.
La
persuasión refiere más a la esfera de la acción, mientras que la convicción
tiende a la esfera del pensamiento.
2.
La
persuasión presenta un envoltorio de naturaleza manipuladora que no se
encuentra en la convicción.
3.
Persuadir
para un acto que busca apoyo en la emotividad, apoyo del cual se prescinde a la
hora de convencer. La convicción remite a un acto que apela a la lógica, a la
razón, al logos, mientras que la persuasión apela a la autoridad de quien habla
o a su habilidad para cambiar afectos y emociones, o sea aquellas fuentes que
tradicionalmente caen bajo el nombre de ehtos
y pathos. (…)
4.
El
convencimiento o convicción es mucho más fuerte que la persuasión. (…)
5.
Convencer,
a diferencia de persuadir, también admite como sinónimos demostrar, probar, documentar, concluir.
6.
Convencer,
a diferencia de la convicción, se puede calificar de sofistica.
7.
Persuadir se centra más en el hablante, en su
voluntad y capacidad de modificar estados mentales, opiniones, valores o
comportamientos; convencer se centra en
el destinatario, en su capacidad para hacerse o dejarse convencer (…).
Bastante claro ¿no? Es evidente
que los políticos de hoy tienen que ponerse a estudiar urgentemente retórica en
su vertiente persuasiva si quieren realmente lograr que alguien les crea.
Lo que parece meridiano es que lo
que realmente tiene en cuenta la gente para formase su opinión no es el
discurso de los políticos sino los pequeños hechos económicos de la vida
cotidiana.
Sí. No me hablen de moral, de
derechos humanos, de compasión por los pobres. La gente padece el bolsillo y
cuando se forma una opinión del gobierno de turno lo hace en base a lo que ve
todos los días cuando sale a la calle. Y cuando sale ve que cada vez paga más
cara la electricidad. Ve que las expensas no dejan de subir. Ve que no puede
encontrar trabajo tan fácilmente como lo hacía antes y ve que la gente sigue
revolviendo la basura crezca la economía a un 10% o decrezca un 3%. Sí señores.
Lo único que nos convence son los números de la vida cotidiana. Los discursos
de los políticos ya no los creemos. Creo que ya ni ellos quieren conquistarnos.
Y si no escuchen al presidente
Rajoy, reconociendo, y defendiendo, con total tranquilidad su decisión de
incumplir su programa electoral
.
¿Pero qué es esto? ¡Ya no quieren ni conquistarnos! Antes hablábamos de que en
la persuasión hay un componente de manipulación. Y sí. Los políticos deben ser
un poco manipuladores. Era justamente lo que nos decía magistralmente
Maquiavelo, incluso hasta el punto de
fingirse
loco por un tiempo.
Pero… ¿se imaginan a Rajoy en plan manipulador? No me pega. Creo que ya
hemos perdido hasta las ganas de convencer.
Los gobiernos europeos, con sus políticas
monetarias y fiscal cercenadas, ya no necesitan leer El Príncipe para mantenerse en el poder. Y es que en el fondo, los
políticos ya no encuentran sentido a eso de convencer.
¿Y América Latina? No me atrevo a
hacer un juicio unánime de una región tan dispar pero me atrevería a afirmar
que solo un puñado de países se toma el trabajo de mentir a sus votantes como
es debido. Con premeditación. Con un poco de teoría detrás. El resto, improvisa
y se relaja.
No me acusen de ironía. El mundo
está muy mal pero por lo menos no dejemos que los políticos nos traten como
estúpidos. Guardémonos un poco de dignidad.
Y si no, qué alguien me cuente cuán complejo
es el sistema político actual para que solo necesite de seres totalmente
anodinos para gobernar los países.
Lo siento. Tenía que decir unas
palabras. La Navidad se acerca. El calor también y mis neuronas se pegotean
unas con otras (ya saben, el canguro es uno de los animales más tontos del
reino animal).
Y ahora me retiro. Acaba de
llegar el delivery de empanadas. Carne
picante cortada a cuchillo y humita. Un pequeño lujo que no pienso abandonar.
Con crisis o sin crisis. Caiga quien
caiga.
Etiquetas: convencimiento, Maquiavelo, persuasión, retórica