Volvemos con el universo en todas sus formas. Analizamos el debate filosófico que surgió a raíz del surgimiento del principal rival de la Teoría del Big Bang, nos referimos a la Teoría del estado estacionario. Un modelo que se demostró falso pero que nos da muchos indicios sobre la manera en que se hace la ciencia. Deje el vermuth y las olivas y tomese un café bien cargado. Lo necesitará.
El pasado
25 abril el Instituto Nacional de Estadística publicó uno de los datos más
desoladores de la historia económica de España: el 27% de la población
económicamente activa quería trabajar y no lo conseguía
. Dos
meses antes, Juan Rosell, presidente de la patronal, descalificaba la encuesta
negando que existieran seis millones de parados
.
En los
tiempos que vivimos, los datos parecen ser la mejor manera de conocer la
realidad económica de los países. En especial, cuando las cosas van mal. Sin
embargo, todavía algunos se permiten dudar de los mismos, incluso tratándose de
instituciones prestigiosas como el INE. Pero… ¿qué tiene que ver esto con la
ciencia? En efecto, el tema de la relevancia de los datos y, de forma más
general, de la observación, en la construcción del conocimiento, es un debate
ya antiguo que parece que sigue vigente.
Han
pasado muchos años pero todavía en diversos ámbitos se sigue debatiendo si
podemos o debemos llegar al conocimiento a través de métodos deductivos o
empíricos y bajo qué premisas podemos llamar a ese conocimiento
científico.
El asunto no está
cerrado pero volviendo a la ciencia, en concreto, a la epistemología, muchas de
las cuestiones en torno al criterio de demarcación, al uso de supuestos a priori dentro de una teoría o al rol que deben tener los hechos
observacionales en la evolución de la ciencia, recuerdan a muchas de las cuestiones que se han
planteado en las ciencias sociales.
Sin embargo, es
justo decir que las ciencias duras fueron las primeras en enfrentarse a este
tipo de dilemas en los que el cosmos no ha quedado excluido.
Por otro lado, la
figura de Karl Popper ha sido objeto de grandes controversias, en especial en
muchos ámbitos de las ciencias sociales (como la economía) y en un mundo en el que constantemente se hacen apelaciones
al pasado para justificar teorías vigentes, en el que continuamente se están
citando estudios, trabajos y, en definitiva, cifras, por ejemplo, en el ámbito
económico, parece ser que el debate en torno a la
posible contrastabilidad de todo aquello que proponemos está más vigente que
nunca.
Los datos importan
para unos (los datos son sagrados reza el lema de The Guardian) y no importan
nada para otros. Pero nos guste o no, los datos están de moda.
Y por esta razón,
en el presente trabajo, analizaremos un caso de historia de la ciencia que ilustra
muy bien esta controversia. Me refiero al debate metodológico que surgió a raíz
del surgimiento del modelo del estado estacionario.
Creemos que esta
polémica en torno a la teoría del estado estacionario resulta muy
ilustrativa para entender que esos mismos dilemas son comunes a muchas ciencias, incluyendo a las ciencias sociales.
Excede las
dimensiones de este trabajo realizar un estudio comparativo entre la cosmología y
la economía pero, aunque sea, resultaría interesante investigar un poco
más a fondo los fundamentos
filosóficos de la teoría del
estado estacionario y sus debilidades así como analizar tres aspectos
conflictivos como son la creación de materia, el principio cosmológico y la
cuestión más amplia en torno al criterio de demarcación para poder darnos
cuenta que, el debate racionalismo-empirismo está más vivo que nunca y
afecta a muchas disciplinas.
En concreto, en
este trabajo empezaremos abordando, a modo
de introducción, las cuestiones más generales en torno al racionalismo y al
empirismo en la filosofía para
saltar rápidamente al terreno de la cosmología. En el segundo apartado, debatiremos los
antecedentes del estado estacionario estudiando, por un lado, la propuesta de
E.A Milne y la de Karl Popper. Por
último, dedicaremos el último tramo de este trabajo a meternos de lleno en los fundamentos
de la teoría del estado
estacionario así como abordaremos las principales críticas que afloraron en
torno a tres aspectos
conflictivos: la creación de materia, el principio cosmológico perfecto (PCP) y
el falsacionismo aplicado a la cosmología.
Como se verá en la bibliografía,
nuestro gran apoyo es la obra de Helge Kragh así como los papers originales de
los principales personajes implicados.
Esperamos que este
interesante caso de la historia de la cosmología nos ayude a entender el avance del conocimiento en muchas otras
áreas de la ciencia que se ven sometidas a dilemas
similares.
No
nos entretendremos contando los entresijos de la primera solución cosmológica
de las ecuaciones de campo de Einstein, ni en la solución propuesta por éste de
un universo lleno o en la de de Sitter de un universo vacío. Tampoco
indagaremos más en las propuestas dinámicas de Friedman y Lemaître, hay
excelentes libros en el mercado sobre ello. Solo resulta pertinente decir que, tal como comentábamos en el
apartado anterior, el consenso entre los científicos en los años treinta en el
terreno de la cosmología era el de un empirismo inductivo, es decir, se
aceptaba como conocimiento científico las generalizaciones hechas a partir de
observaciones individuales (Gale, 2013). En efecto, la cosmología relativista
comandada por Eddington, de Sitter, Tolman, entre otros, era aceptada por la mayoría de los
cosmólogos.
Sin embargo, en
aquella edad temprana, y sin que nadie lo hubiese previsto hubo quien iba a
plantear una alternativa que no solo desafiaba la cosmología relativista sino
también que plantearía un debate filosófico hasta ahora ausente en la escena
cosmológica naciente.
Pero empecemos por el
principio: el 29 de septiembre de 1931 la British Association for the
Advancement of Science se reunión en una sesión especial a la que acudieron los
principales cosmólogos de la época, Lemaître, Dingle, Milne, Mc Crea, etc. Tal
como nos relata Gale (1996), en la misma se debatieron los principales asuntos
que tenían en vilo a los científicos de la época, como la paradoja de la edad,
en donde todos parecían estar de acuerdo en que el enfoque relativista era el
adecuado para entender el universo. En efecto, muchos convienen en señalar que
fue esta reunión en la que se pusieron las bases de la cosmología moderna. Sin
embargo, Gale llama la atención sobre un hecho conspicuo: la ausencia de debate
filosófico en torno a una ciencia que se suponía que estaba naciendo. Es más,
nadie parecía consciente de lo que estaba por venir. La tormenta comenzó con la
publicación en Nature de un artículo
del astrofísico E.A Milne que desafiaría la cosmología relativista. ¿De qué
modo? Planteando un modelo en el que los principios de la física surgían del
trabajo de la mente del investigador, concretamente, el que planteó Milne se
llamó Principio cosmológico. Pero antes de seguir… ¿cuál era el soporte
filosófico de sus ideas?
Sus
ideas se basaban en el positivismo, particularmente, en el operacionalismo, un
enfoque en el que “solo aquellos objetos cuyas propiedades pueden ser
directamente reveladas mediante la observación, o la “operación”, cuentan como
reales” (Gale, 2013, p.5). Por lo que Milne no creía en el “espacio curvo”, ni
en el universo en expansión, entre otras cosas, porque estas nociones no eran
“operacionalizables”. Si el espacio parece euclídeo, debe ser euclídeo.
Concretamente, Milne creía en el modelo hipotético deductivo en el que las
hipótesis se planteaban en la mente del investigador y luego se buscaba la
manera de verificarlas mediante la observación. De esta manera, el enfoque
inductivo de la cosmología relativista era seriamente cuestionado.
Uno de los ejemplos más
notables de esta manera de pensar fue el principio cosmológico, una noción que
planteaba que el universo debe tener la misma apariencia en cualquier lugar del
cosmos (Gale, 2013). En particular, su teoría cinemática se apoyaba en el
principio antes citado y en la constancia de la velocidad de la luz que había
planteado Einstein. Para Milne solo la materia y el movimiento eran relevantes
en astronomía por el eso dejó de lado las cuestiones dinámicas y se centró en
intentar explicar de forma cinemática la expansión del universo, basando su
modelo en las dos premisas fundamentales antes citadas(Milne, 1932).
Las galaxias se
representaban como partículas en movimiento aleatorio, muy parecido a las
moléculas que formas gas. Mediantes simples consideraciones cinemáticas pudo
demostrar que el sistema tendría una
evolución tipo Hubble, en donde las partículas de movimiento más rápido
crearían un frente esférico denso
aproximadamente a una distancia ct del punto de origen. En ese instante, el
sistema quedaba acotado por una barrera impenetrable de densidad de partículas
infinita(H. Kragh
& García-Sanz, 2008, p. 278).
Fue al año siguiente de la publicación de su
propuesta que por fin el gran debate filosófico comenzó y lo hizo con los
primeros ataques que recibió su modelo. Eddington fue el primero que comenzó
con dichos ataques en una serie de charlas en Harvard pero el que
verdaderamente dedicó tiempo y esfuerzo en esta empresa fue Herbert Dingle, un
astrofísico de la Royal Astronomical Society que consideraba que el método
hipotético deductivo no era científico y que no podía ser usado como criterio
para hacer ciencia. En concreto, la crítica de Dingle tenía dos elementos
importantes: por un lado, el convencimiento de que el punto de partida de la
ciencia siempre debía ser la observación y, por otro, que las teorías surgían a
partir de generalizaciones acerca de los hechos observados. Es decir, Dingle
defendía los fundamentos básicos del inductivismo y en ellos se basó para
atacar las ideas de E.A Milne (Gale, 1996). En definitiva, Dingle apelaba a la
máxima de Newton hipótesis non fingo
y alertó el surgimiento de lo que él llamaba el aristotelismo, una noción en el
que la naturaleza solo es un reflejo de lo conocido por la mente humana. Dingle
culpaba de este surgimiento a la misma cosmología o a la cosmología que
ejercían los matemáticos. Llegó incluso a insinuar que los matemáticos no eran
de fiar.
Pero lo que más
preocupaba a este científico era el origen de las hipótesis que planteaban los
racionalistas. ¿De donde provenían si no era de la observación? Este era un
tema realmente inquietante ya que Dingle los acusaba de basar sus hipótesis en
meras consideraciones a priori o en deducciones surgidas exclusivamente de la
cabeza del científico. ¿Qué diferencia podía haber ahora entre la astrología y
la física? Dingle plasmó sus preocupaciones en varios números de la revista Nature y enseguida despertó el clamor de
toda la comunidad científica. Ahora sí, por fin, se empezaba a debatir
realmente cuales eran los cimientos filosóficos de esta nueva ciencia llamada
cosmología. No era posible fundar una ciencia nueva sin debatir a fondo sobre
sus cimientos filosóficos. Es lo que permitió la propuesta de Milne pero habrá
otro científico que tomará su posta continuando la controversia de los datos.
Ese será H. Bondi
pero antes, unas palabras sobre Popper. Será fundamental para entender el
siguiente apartado.
A
menudo, Karl Popper es recordado en el ámbito de las ciencias sociales, como
uno de los padres teóricos del libre mercado. No sabemos a ciencia cierta si él
estaría satisfecho con el estado actual de las cosas pero su alianza con el
economista liberal Friedrich Hayek (Thorton, 2013) le ha valido una fama que no sabemos hasta qué
punto es real. En cualquier caso, su contribución a la lógica de la ciencia ha
inspirado a teóricos de las más diversas disciplinas como pueden comprobar los
alumnos de las facultades de ciencias sociales y exactas. No caemos en un lugar
común si decimos que Popper puede ser considerado uno de los filósofos más
influyentes del siglo XX. Pero vayamos al grano. ¿Cuál ha sido su aportación
para que merezca este podio? ¿Cómo han influido sus ideas en el desarrollo de
la cosmología moderna? Como veremos a continuación, en el debate antes citado
veremos cómo las ideas de Popper influirán fuertemente en algunos científicos
pero no nos adelantemos. Empecemos por el principio.
¿Qué agregó Popper al
debate sobre empirismo y racionalismo? Básicamente se posicionó fervientemente
en contra del empirismo ya que consideraba que el inductivismo planteaba muchos
problemas que no podía resolver, en particular, consideraba poco realista
realizar generalizaciones universales a partir de hechos observacionales
singulares. No era posible llegar a la verdad de este modo. Por otro lado,
pensaba que no existía un criterio de demarcación claro ¿cómo separar las
ciencias empíricas de la metafísica? Este era un tema que realmente importaba a
Popper e iba a ser clave en su nueva propuesta.
Está claro, por lo
antes expuesto, que Popper se acercaba más a las ideas racionalistas pero no
exactamente. Él defendía el método deductivo, es decir, primero había que
plantear la hipótesis pero luego, según él, no había que intentar verificarla.
Esto no era posible sino que lo que el científico debía hacer es, de algún
modo, transformarse en un enemigo de su propia teoría, es decir, intentar
falsarla de todas las maneras posibles, intentar demostrar que es falsa.
Superada esta prueba, podía considerarse aceptada una teoría pero nunca para
siempre. Todas las teorías deben ser susceptibles de ser falseadas en cualquier
momento y lugar y esta es la base de su criterio de demarcación. Solo serán
científicas aquellas teorías susceptibles de ser falseadas(Popper, 2008).
Pero, ciertamente,
solo admitiré un sistema entre los científicos o empíricos, si es susceptible
de ser contrastado por la experiencia. Estas consideraciones nos sugieren que
el criterio de demarcación que hemos de adoptar no es el de la verificabilidad,
sino el de la falsabilidad de los sistemas. Dicho de otro modo, no exigiré que
un sistema científico pueda ser seleccionado, de una vez para siempre, en un
sentido positivo; pero sí que sea susceptible de selección en un sentido
negativo por medio de contrastes o pruebas empíricas: ha de ser posible refutar
por la experiencia un sistema científico empírico ( p.40)
De alguna manera,
Popper plantea un mundo ideal, en donde los científicos en vez de aferrarse a
sus teorías, conspiran contra ellas y es difícil imaginar hasta qué punto su
teoría es realista pero no podemos dejar de admitir que como propuesta de
trabajo es impecable.
En resumen, la
propuesta de Popper consiste en plantear hipótesis de carácter general (él no
considera pertinente preguntarse de dónde surgen las mismas), luego se intenta
deducir enunciados de orden menos general o predicciones y son éstas las que se
someten a contrastación. O las que, por lo menos, deben ser susceptibles de ser
contrastadas.
Veremos a continuación
cómo las ideas de este filósofo y las de E.A Milne influyeron en el surgimiento
del modelo del estado estacionario. Sin duda, estos dos personajes sentaron las
bases del debate filósofo que surgiría a raíz del nacimiento del mayor rival de
la teoría del Big Bang.
Entender el surgimiento de la teoría del estado estacionario requiere ir un poco hacia atrás y centrarnos en los desafíos que
habían quedado pendientes luego del surgimiento y aceptación de la teoría de la
relatividad general de Einstein.
Recordemos que la principal novedad de este modelo
era que la gravedad era explicada como la consecuencia de la curvatura natural
del espacio-tiempo que provocaba cualquier objeto con masa. Esto significaba en
la práctica abandonar la geometría euclídea y usar otro tipo de geometrías. Esta era la idea central
subyacente en su célebre ecuación de campo(Sellés García, 2007).
Ruv- 1/2guvR= -kTuv donde Ruv es el tensor de
curvatura métrica llamado Ricci y guv es el tensor universal.
Esta ecuación refleja la relación entre la masa
de un cuerpo y su curvatura en el espacio-tiempo. A partir de esta ecuación, Einstein pudo
predecir una serie de cuestiones interesantes: en primer lugar el movimiento de
Mercurio alrededor del Sol, una cuestión que el sistema newtoniano no supo
describir. En segundo lugar fue capaz de predecir la curvatura de la luz cuando
se acercaba a un campo gravitatorio, un fenómeno que ayudó a confirmar su
teoría(H. Kragh &
García-Sanz, 2008).
Las cosas iban bien pero siempre hay algunas objeciones que
hacer. En concreto, el universo concebido por Einstein era estático, es decir,
era un universo cerrado en el que la materia-energía formaba la métrica del
mismo.
Por esta razón, fue consciente
de que su ecuación tal como estaba formulada, planteaba inconvenientes. Si el
universo era estático e isotrópico, la ecuación predecía el colapso
gravitatorio algo que contradecía las creencias de Einstein. En efecto, decidió
agregar al primer miembro de su ecuación un término constante llamado constante cosmológica que “introducía
una fuerza de repulsión cósmica, insensible a pequeña escala pero creciente con
la distancia, que contrarrestaba la tendencia al colapso”(Sellés García, 2007) . Esta introducción
garantizaba que el modelo siguiera siendo estático. Pero había más: esta
constante, cuya magnitud era desconocida pero que se consideraba
suficientemente pequeña, estaba
relacionada con la densidad de la materia en el universo y con su radio de
curvatura. Es decir, en un universo lleno homogéneamente de materia, el radio
del universo estará determinado por la densidad de la materia(H. Kragh &
García-Sanz, 2008; Sellés García, 2007)
M=
f(r)
En
definitiva, la solución a las ecuaciones propuesta por Einstein era de un
universo lleno de materia algo que de Sitter no compartía: para él, las
ecuaciones de Einstein podían tener una solución correspondiente a un universo
vacío.
Tuvieron que pasar varios años
de relativa poca actividad en este terreno para que un hecho observacional como
el detectado por Hubble impulsara una nueva corriente de cosmologías nuevas y
alternativas y para que, de paso, se
debatiera arduamente sobre la epistemología de esta nueva ciencia (Gale,
George, 2013).
Tal como nos comenta Kragh (2008), resulta extraño
que haya que tenido que pasar más de una década para que se tomaran en serio
los descubrimientos de Edwin Hubble.
No dos detendremos en su interesante biografía,
solo es preciso señalar dos asuntos trascendentales. El primero ocurrió en 1923
cuando descubrió tres novas. Una de
ellas resultó ser una cefeida que le ayudó a calcular la distancia a la que se
encontraba la nebulosa de Andrómeda, 9 veces más lejos que el diámetro de toda
la Vía Láctea. Es decir, 900.000 millones de años luz(Singh, 2008) . Un descubrimiento que zanjó
definitivamente el Gran Debate y que abrió la puerta al debate que relatábamos
en el apartado anterior.
El segundo hecho ocurrió en 1929 cuando Hubble hizo
uso de la espectrometría para descubrir uno de los cimientos de la Teoría del
Big Bang. En efecto, junto a su ayudante, Hubble se dedicó a estudiar los
desplazamientos hacia al rojo de las galaxias encontrando una alta correlación
entre la velocidad de recesión de las galaxias y su distancia. Este fue un
descubrimiento trascendental no solo en el mundo de la astronomía sino también
en términos teológicos. Una cuestión que planteó muchos dilemas a los
científicos.
Pero volviendo a las ecuaciones de Einstein, en este
terreno, se desarrollaron algunos esfuerzos por dar una solución dinámica que
contemplara el universo en expansión, esta fue una de las principales tareas de
Friedman y Lemaître. El cosmos de este
sacerdote ya predecía que el universo estaba expandiéndose lo que implicaba que
en el pasado había estado compacto en lo que él llamó el “átomo primigenio”.
Pero existían varios problemas: la singularidad cosmológica que planteaba la
existencia de un universo de edad finita era difícil de conciliar con la teoría
pero además existía otra cuestión: la edad de la Tierra que predecían estos
modelos no se correspondía con la edad del universo de Einstein-de Sitter(H. Kragh &
García-Sanz, 2008), este era uno de los principales
escollos que debía salvar la teoría.
Hubble ganó mucha fama
internacional gracias a su hallazgo pero fue extremadamente cauto en relación a
las conclusiones cosmológicas que se podían desprender de sus observaciones. En
efecto, no se atrevió a postular claramente que el universo estaba en expansión(Singh, 2008).
Sin embargo, tal como
comentábamos, Lemaître ya había planteado de forma teórica la posibilidad de un
Big Bang pero, por alguna razón, no fue escuchado seriamente hasta que Hubble
hizo públicos sus descubrimientos.
En 1931, Einstein reconoció públicamente que su
teoría estaba equivocada y refrendó los modelos de Friedman y Lemaître. Este
puede ser señalado como el comienzo oficial de la Teoría del Big Bang pero
tuvieron que pasar todavía diez años para que George Gamow postulara el primer
modelo Big Bang moderno. En el mismo Gamow planteaba que el universo se había
formado a partir de “un suceso cataclísmico irreversible”(H. Kragh &
García-Sanz, 2008)
en el que el universo estaba caliente y dominado por la radiación. El
problema era que no era posible medir esa radiación, es decir, era
tecnológicamente imposible pero además no despertó el interés de los astrónomos
de la época que la mayoría de ellos, ni siquiera creía en la teoría del Big
Bang. Demasiadas trabas para que avance la ciencia. Había dudas, faltaba observación pero sobre
todo faltaba debate y para eso qué mejor que un rival que ose cuestionar la
existencia de la creación del universo de la nada.
Ese rival sería el modelo del estado estacionario.
Todo comenzó con tres amigos que
habían ido juntos al cine a ver Al morir
la noche, una inquietante película en la que el tiempo parecía transcurrir
aunque la historia se repetía una y otra vez. Este fue el germen mundano en el
que se gestó el modelo del estado estacionario. Un modelo que postulaba que el
universo estaba en expansión pero que era eterno en el tiempo y en el espacio(Singh, 2008).
Fred Hoyle, Hermann Bondi y Thomas Gold, el trio de
amigos de Cambridge, no podían desoír los descubrimientos de Hubble pero se
resistían a creer en la Teoría del Big Bang, en especial por el problema que
planteaba la paradoja de la edad.
El universo que plantearon debía tener las mismas
características a gran escala tanto en el espacio como en el tiempo en virtud
del principio
cosmológico perfecto. En este sentido, no existía un comienzo. El universo
era el mismo pero dinámico al mismo tiempo como un río que fluye
constantemente. Bondi (1970) nos lo explica claramente:
A river may be in a steady state in that the
velocity of the water is a function of position only and not of time. It will
then present a stationary aspect to any observer at rest, but not only may the water be moving, but each
particle will in general even suffer accelerations or retardations as it moves
from regions of low velocity to regions of high velocity or conversely (H. Bondi, 1952).
Las críticas que cosechó
esta teoría han sido muy sonadas pero, en un primer momento, no fueron muy
notables y apuntaba sobre todo al postulado de la creación de materia (que
veremos en el apartado siguiente.). En efecto, hasta 1949 pocos fuera del Reino
Unido conocían esta teoría y dentro de la comunidad científica inglesa no
suponía una gran amenaza para los relativistas. Pero las cosas cambiaron cuando
Fred Hoyle se volvió mediático aceptando divulgar sus ideas en la BBC. El éxito
de esta serie de charlas fue tremendo y Hoyle aprovechó el tirón para enseñar
al gran público las bondades del modelo del estado estacionario. A este éxito,
le siguió la publicación de un libro de divulgación que llegó a los hogares de
miles de ingleses: The nature of the universe
(H. Kragh , 1999). Por fin, esta teoría trascendía lo meramente
académico y se metía en las casas de todos los ingleses. El debate estaba
servido.
En la misma línea que con
Milne, Dingle reapareció con sus críticas, acusándolo de remplazar hechos
observacionales por teorías especulativas, lo mismo hizo Williamson, llamándolo
incluso “demagogo y seudocientífico”. Hoyle no encajó muy bien estas críticas y
mantenía que tanto su persona como la teoría en sí estaban siendo perseguidas
de manera injusta.
El problema era que para
muchos astrónomos, el uso de los telescopios era considerado esencial a la
disciplina y no podían comprender que un astrónomo llegara a verdades a través
de deducciones lógicas. Otra vez el debate extrapolación-deductivismo estaba
servido y cada vez subía más de tono. Bondi estaba tan harto de que le hablaran
de hechos que llegó a exclamar en respuesta a la crítica de Williamson a Hoyle:
But what is an astronomical fact? At most it is a smudge on a photographic
plate! Does he expect Mr. Hoyle to give a broadcast talk on smudges?(H. Kragh, 1999, p.194).
En realidad lo que estaba
en discusión era qué podía ser considerado un hecho. El trio de Cambridge creía
fervientemente que los hechos solos no nos decían nada y que merecía la pena
trabajar en un “escrutinio crítico”. Asimismo, la intuición en la formulación
de hipótesis era esencial para justificar su modelo y creían que era el modo en
que la ciencia había avanzado a lo largo de la historia.
Pero antes de seguir, nos interesa saber cuál era
el sustento filosófico de este modelo, para ello, analizaremos en el apartado
siguiente algunas ideas interesantes que plantea Bondi para entender su teoría
.
Herman Bondi empieza su
libro Cosmology hablando sobre
filosofía. No es para menos. Sabemos que una de las bases de su teoría se
sustenta en una fuerte crítica al método de la cosmología relativista. Es por
eso que comienza criticando tanto a los empiristas como a los deductivistas. En
cualquier caso, queda claro aunque no lo diga explícitamente que apoya
fuertemente a los segundos en el sentido de que postula que la ciencia parte de
hipótesis que son sometidas a la observación. Sin embargo, reparte críticas
para ambos bandos, a los primeros los acusa de extrapolar enunciados singulares
a postulados universales, incluso previendo que esta actitud sucede casi sin
que los científicos se den cuenta, por eso pide máxima vigilancia en este
aspecto. Por otro lado, critica a los científicos que solo tienen encuentra la
consistencia lógica de los enunciados dejando de lado la realidad empírica(H. Bondi, 1952). Sin embargo, niega que las posturas deductivistas
sean demasiado especulativas como habían señalado críticos como Dingle. En este
sentido, Bondi se inspira en las ideas de Popper, es decir, que deben
plantearse hipótesis, sí, pero luego hay que contrastarlas empíricamente mediante
la falsación. Incluso, agrega que “la consistencia lógica de las hipótesis no
solo es importante sino que es la verdadera esencia de la ciencia.”(H. Bondi, 1952, p.7). Hasta ahora,
parece que Bondi ha tomado una posición de compromiso. Adopta el método
hipotético deductivo y la falsación como manera de dirimir entre ciencia y
pseudo ciencia, además, incorpora de Milne, no solo su método deductivo
(corregido por los aportes de Popper) sino también el principio cosmológico y,
por último, entra de lleno en la cuestión de la creación de materia. Veremos en
el apartado siguiente, como su filosofía va a incidir en estas tres cuestiones
y cuales han sido sus reacciones.
Ya hemos comentado con
anterioridad que el principio cosmológico
propuesto por E.A Milne fue adoptado por muchos cosmólogos relativistas.
Es decir, este principio fue aceptado sin demasiado debate ¿Pero de qué estamos
hablando? Básicamente de que el universo tiene el mismo aspecto en cualquier
lugar. Y ¿cuáles han sido las razones para aceptar casi sin rechistar este
principio? Podemos decir que el pragmatismo ha jugado un papel importante.
Evidentemente, todo es más simple con este principio. Bondi (1952) lo explica
muy claramente cuando dice que los experimentos en física presuponen un
universo uniforme en el que se pueden hacer experimentos controlados incluso
aunque el tiempo y el lugar no sean los mismos. Al fin y al cabo, lo que
queremos saber es si las reglas de la física se pueden aplicar a la materia que
se encuentra muy lejos. En este sentido, Bondi y Gold (1948) llevan este
principio más allá al sugerir que no solo el espacio es homogéneo sino también
el tiempo. Así, el universo es estacionario pero en el sentido de que su
aspecto general es el mismo, lo cual no excluye que pueda haber cambios a
grande escala (recuérdese el ejemplo que da sobre el río). Sin embargo, su manera de llegar a este
principio es a través de la reducción al absurdo:
We do not claim that this
principle must be true, but we say that if it does not hold, one’s choice of
the variability of the physical laws becomes so wide that cosmology is no
longer a science. (p. 255)
Evidentemente,
no tuvo pocas críticas. En un primer momento, no fueron muy sonadas y apuntaban
sobre todo al postulado de la creación de materia (que veremos en el apartado
siguiente). En efecto, hasta 1949 pocos fuera del Reino Unido conocían esta
teoría y dentro de la comunidad científica inglesa no suponía una gran amenaza para
los relativistas. Pero las cosas cambiaron cuando Fred Hoyle se volvió mediático
aceptando divulgar sus ideas en la BBC.
Y
en este estado de cosas, hizo su reaparición Dingle que cargó duro contra trío
de Cambridge, retomando sus viejos odios sobre cualquier enfoque que se acercara
al racionalismo. En particular, criticaba el principio cosmológico perfecto
hasta el punto del desprecio. Y es que él no creía en principios universales ni
a priori y pensaba que este tipo de postulados postraba a la cosmología al
nicho de la pseudociencia. (H. Kragh , 1999) nos relata de
forma patente su desdén hacia este modelo:
He proposed “calling a spade a spade and not the perfect agricultural
principle, and that the cosmological principle should be renamed “the
cosmological assumption” and the perfect cosmological principle “the
cosmological presumption” (p.226).
Por suerte, ninguno de los
tres tomó muy en serio sus críticas evitando así entrar en polémicas inútiles.
Otro de los más notables críticos
fue el propio Popper que no dudó en señalar en carta a Helge Kragh(2012) que discrepaba
con el modelo del estado estacionario justamente por el principio cosmológico
perfecto al que consideraba “poco científico y dogmático” (p.349). Un
principio, a su criterio imposible de falsar. Bondi y Gold evidentemente
defendían este principio al cual consideraban completamente ligado a la
creación de materia de la nada. Otro aspecto peculiar de esta teoría que
analizaremos en el aparato siguiente.
Ya
hemos visto que el PCP, planteaba un universo sin cambios a gran escala sin
embargo, esto contradecía las observaciones de Hubble acerca de que el universo
estaba expandiéndose. ¿Cómo conciliar estos dos hechos? La única manera
plausible que se les ocurrió fue suponer la creación de materia de la nada. Sí.
Como lo oyen. En efecto, en aras de su modelo, la creación de materia se haría
a un ritmo que permitiera que la densidad media del universo fuera constante.
Este
postulado trajo mucha controversia. Un modelo que intentara explicar
científicamente la creación era demasiado para muchos pero la principal
cuestión era que la creación era de la nada, es decir, no a partir de energía
por lo que violaba uno de los principales principios de la cosmologías
relativista: el principio de conservación de energía(H. Kragh &
García-Sanz, 2008) .
Siguiendo
las ideas de Bondi
, su
modelo es completamente deductivo en el sentido de que a partir de su PCP, el
universo no cambia y la densidad de la materia debe ser la misma. Para lograr
esto, solo la creación continua de materia permite esto. ¿Cómo llegan a esta
conclusión? Diciéndonos que no hay evidencia empírica de lo contrario. Es
decir, Bondi mismo reconoce que es imposible observar la tasa a que se crea la
materia pero pregona las virtudes de este presupuesto en la simplicidad que
otorga a la teoría.
Concretamente,
fue en el invierno de 1946
-1947 que Gold tuvo
esta idea. Tal como nos comenta Kragh (1999) Hoyle puso atención en su versión del modelo en que la creación de materia
como concepto no sea un axioma sino una consecuencia de un proceso deductivo
.
En cuanto a Bondi y Gold, ellos también
derivaron la creación de materia del PCP siendo que la tasa de creación era
TC=dm/dt/R3 (t)=3Hm(0)/V(0)=3pH
La nueva materia se suponía que era creada de forma aleatoria en el
espacio y no dentro de las estrellas, otra hipótesis más surgida de forma
deductiva y sin ningún sustento empírico a la vista.
En
cualquier caso, no se encuentra un pasaje claro que nos relate la mecánica de
creación de esa materia. Ninguno de los tres fundadores de esta teoría fue
capaz de dar una posición solvente aunque hubo algunas otras voces que
contribuyeron a esclarecer algunos extremos como Claude de Turville y Feliz
Pirani. En realidad, dentro de este modelo, no contamos
con ninguna ley física que nos resuelva el origen de esa materia de nueva
creación, solamente podemos decir que es una consecuencia del PCP(H. Bondi, Lovell, & John, 1977).
Sin duda, este aspecto
de la teoría del estado estacionario levantó muchas críticas. Milne, quien era
un racionalista como Bondi, Gold y Hoyle, consideraba que la hipótesis de
creación de materia no era necesaria mientras que Herbert Dingle, como no, creía
que no era justificable agregar una hipótesis de tal calibre que violara el
principio de conservación de energía. En realidad, Dingle estaba seguro de que
la creación de materia era un axioma más de un modelo que poco tenía que ver
con la realidad mientras que el trio de Cambridge seguía insistiendo en que la
hipótesis se derivaba del mismo modelo.
Asimismo,
Mario Bunge también creía que este
modelo no era científico ya que la hipótesis de creación de materia violaba el
principio genético que dice que nada puede surgir de la nada o transformarse en
la nada(H. Kragh, 1999). Probablemente el mago David Copperfield estaría
indignado escuchando sus palabras.
Por último, uno de
ataques más duros vino de la mano del filósofo Milton Munitz quien consideraba
también que no era científica la hipótesis de creación de materia ex nihilo y pensaba que invitaba al
dogmatismo.
Sin embargo, el
principal problema con las críticas al modelo tenían que ver con formas
distintas de concebir la ciencia. Estaba claro que la cosmología era una
disciplina reciente y la teoría del estado estacionario sirvió como depositario
de un montón de expectativas que en realidad atañían a la cosmología misma. Es
por eso que la controversia siguió no solo en torno a la teoría del estado
estacionario sino en torno a la cosmología y así podíamos considerarla una
ciencia. Es este terreno el que exploraremos en el apartado siguiente.
Mucho del debate en torno al modelo del estado
estacionario giraba en torno a qué podemos considerar científico y qué es un
simple, mito, magia en palabras de Bunge o pseudociencia. En definitiva, la
mayoría de las críticas hacia Bondi, Hoyle y Gold tenía que ver con el estatus
de la ciencia o se hicieron en nombre de ese estatus pero volvemos a nuestras
preguntas del principio… ¿qué significa que algo se científico? ¿Es la única
manera de acercarnos al conocimiento?
Ya hemos analizado en apartados anteriores qué
pensaba Popper al respecto: cualquier hipótesis debe ser falsable para que
pueda ser científica, un extremo que comparte Bondi y del que tira para justificar su modelo.
Evidentemente había un consenso en torno a que
solo a través de la ciencia avanzamos en el conocimiento. Sino no sería lógico
que todos pensadores clamen que su teoría es científica y se encargan de
comunicar que así sea.
Pero volviendo a los que nos ocupa, algunos de los
físicos y filósofos que hemos presentado en este trabajo se manifestaron al
respecto dividiéndose en dos bandos: los que creían que la cosmología era una
ciencia y lo que pensaban que era puro dogmatismo. En el primer bando tenemos
evidentemente a Bondi, que no solo considera que la cosmología era una ciencia
sino que su modelo era perfectamente científico.
En el segundo bando encontrábamos a muchos
astrónomos que no pensaban que la cosmología fuera una ciencia en la medida en
que no tenga en cuenta datos observacionales. Volvemos a viejo dilema entre los
racionalistas y los empiristas. Y nos preguntamos. ¿Qué postura debemos
adoptar?
El contexto de la época parece que decantó las
cosas ya que, en un principio, no hubo
muchos datos observacionales que ayudaran a decantarse por una u otra teoría
por lo que todo el debate se dio en el plano filosófico, una oportunidad para
los defensores de ambas teorías de atar muy bien sus argumentos y repensar a la
cosmología.
En este contexto, se dio un dialogo bastante
interesante entre J.Witrow y Bondi (1954) acerca del estatus de la cosmología y
es justamente el primero que nos da unas pinceladas interesantes acerca del
carácter especial de esta disciplina:
All
theoretical science presupposes certain philosophical postulates, but as
physical science advances men have tried to relegate these postulates as far as
possible to the' background' of nature. In physical cosmology, however, the
subject studied is the 'background' itself, and so cosmology necessarily
differs in character from the special sciences. (p.277)
Y es justamente por el carácter especial de la
cosmología que es una ciencia en la medida en que los científicos trabajen con
el espíritu del método científico y siempre teniendo en cuenta que la
cosmología tiene raíces tanto en la filosofía como en el conocimiento empírico.
Asimismo, su definición de la ciencia tiene que
ver sobre todo con la ausencia de opiniones personales. Bondi se permite
discrepar: en este aspecto tiene un concepto bastante más detallado acerca de
lo que es ciencia. No solo la falsación de las hipótesis sino también la
consistencia lógica de sus argumentos. Dos elementos que hacen de la cosmología
una ciencia que se enfrenta a los típicos debates de una ciencia naciente.
A este respecto, Witrow discrepa
profundamente: la cosmología es la ciencia más antigua y seguirá haciéndose las
mismas preguntas por los siglos de los siglos. Esa es la naturaleza intrínseca
de esta disciplina.
Pero volviendo a los enemigos
de la ciencia cosmológica, algunos coinciden en ser también enemigos del estado
estacionario. Tanto Bunge como Dingle tenían serias dudas de que la cosmología
sea una ciencia.
Pero volvamos a Popper. Después de todo queremos
saber no solo si la idea que plantea es deseable o certera. Queremos saber si
es realista.
Antes hablábamos de la idea de que, siguiendo el
espíritu de Popper, el científico debe ser un poco enemigo de su teoría.
Incluso los aspectos más débiles de su teoría, como el PCP son los que, en
palabras de Bondi refuerzan su teoría. Nos lo explica muy bien Kragh (2008)
citando a Bondi:
Es el objetivo de la hipótesis
científica ponerse en dificultades, es decir vulnerable. Es precisamente porque
el PCP es extraordinariamente vulnerable por lo que considero un principio
útil. (p.316)
Como se puede observar, los argumentos de Popper y
Bondi acerca de la ciencia son impecables pero cabe preguntarse hasta qué punto
reflejan la realidad ¿realmente los científicos están todo el día conspirando
contra su teoría?
Por otro lado, dado que la experimentación o los
hechos observacionales no son algo tan frecuente en la cosmología como en otras
ciencias. ¿Hasta qué punto podemos darnos el lujo de falsar teorías? Todos
estos interrogantes quedan sin resolver bajo el mundo del falsacionismo.
Y vendrán otros pensadores como Kuhn o Lakatos
para recordarnos que hay otra manera de describir el trabajo científico que tal
vez se acerque más a la realidad. Pero esto es tema de otro trabajo.
Solo podemos terminar diciendo que Bondi (1977)
cree fervientemente que la cosmología es una ciencia y que, en virtud de ello,
debe seguir el criterio de demarcación postulado por Popper para que una teoría
sea científica. Es decir, debe poder someterse a contrastación empírica.
Una teoría es científica solo mientras
vive en peligro. Si no corre ningún riesgo, no es parte de la ciencia. (p.14)
En el presente trabajo
hemos analizado brevemente las claves del empirismo y el racionalismo para
pasar a explicar su repercusión en los primeros años de la cosmología como
disciplina. Asimismo, hemos contado con los aportes de E.A Milne y Karl Popper
para entender el surgimiento de la teoría del estado estacionario y hemos
analizado los principales momentos de la controversia entre los deductivistas y
los empiristas. Por último, hemos analizado brevemente tres aspectos
conflictivos de la teoría del estado estacionario y de la cosmología en
general.
Este interesante caso
de la historia de la ciencia nos ha ilustrado sobre una problemática que,
creemos sigue vigente, en muchos ámbitos de la ciencia: la relevancia de los
datos en el conocimiento. Por otra parte, hemos querido llamar la atención
sobre aquellas teorías científicas que, a veces no pertenecen al mainstream pero que, sin embargo, han
aportado progreso en el avance del conocimiento científico. Es lo que pasa
cuando surgen los rivales. Todos los actores se vuelven más competitivos. Como
en algunas economías de mercado.
En efecto, sin el
surgimiento de esta teoría no podemos explicar los avances que se han hecho en
su época sobre la teoría de la nucleosíntesis estelar y en el desarrollo de la
radioastronomía(Balashov, 1994). No está mal para una teoría que se ha demostrado
que es falsa. Aunque habría que preguntarse ¿Ha sido esto realmente así?
Efectivamente, una
serie de evidencia empírica a favor de la teoría del big bang se empezó a
acumular a partir de 1960. Pero, tal como nos lo dice Balashov (1994), en
rigor, la teoría del estado estacionario no fue contrastada en el sentido popperiano,
sino que simplemente se pudo demostrar que había más evidencia empírica a favor
de la teoría del big bang.
En cualquier caso,
seguimos preguntándonos, ¿qué podemos sacar en limpio de esta teoría?
Posiblemente que el debate filosófico que generó consolidó fuertemente a la
cosmología como ciencia. Simplemente por ello esta teoría tiene un gran mérito.
Sin embargo, seguimos preguntándonos porqué este modelo disparó el debate
filosófico.
Probablemente, Bondi y
Gold se hayan puesto en la diana de las críticas de filósofos y físicos al
hacer tan explícitas sus premisas filosóficas. Es evidente que las teorías
rivales no recibieron igual tratamiento(H. Kragh, 1999).
Y es en este punto que cabe preguntarse si otras
ciencias merecen un debate similar. La
economía lo ha tenido a lo largo de la historia pero habría que ver, a la luz
de los resultados, si no es preciso un replanteamiento de los cimientos
filosóficos que la sustentan como ciencia.
En definitiva, fue la
observación la que dirimió el debate en cosmología pero tuvieron que acumularse
varios hechos empíricos para zanjar la cuestión. Y es que en esta disciplina
interpretar los resultados y la larga cadena de inferencias que a menudo es
preciso hacer hacen compleja la interpretación de los datos(H. Kragh , 1999). Es por eso que tuvieron que acumularse muchos
sucesos para que realmente cayera la teoría del estado estacionario.
En este sentido, la ciencia económica corre con
ventaja, no está sometida a las mismas limitaciones que la cosmología y sin
embargo, seguimos acumulando hechos observacionales que se siguen sometiendo a
discusión como la tasa de paro. Por otra parte, a pesar de que seguimos
coleccionando malas noticias, los cimientos de la ciencia económica no parecen
tambalear. Los economistas, así como los
científicos sociales en general, deben ser conscientes de las ventajas que
supone trabajar con humanos y no con
galaxias.
Esperamos que este
debate filosófico en torno a una ciencia tan compleja como la cosmología pueda
servir de guía para debates similares en otras ciencias.
Y por último, creemos que Bondi (1977), el amante del peligro, si viviera,
no estaría tan disgustado. Su idea de la ciencia es simple. Como sus teorías.
Honramos a los científicos por ser originales,
no por estar en lo cierto; nunca se ha dado el caso de alguien que siempre
estuviera acertado. (p.15)
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