Wake up! Esto es la economía real señores: con la ética entendemos mejor la economía


No puedo dejar de mirar el mundo sin decir: ¿Qué he estado haciendo durante seis años en la universidad? Los que hemos estudiado economía, incluso en universidades “plurales”, echamos en falta muchas cosas pero solo somos conscientes de ello con el paso del tiempo cuando, como profesionales, vemos que hay cosas más importantes que la puñetera racionalidad del consumidor o los incentivos del productor para producir más o contratar más trabajadores.

Pero no solo eso: si abrimos el diario nos encontramos con más de lo mismo. Casos de corrupción. Amiguismo en las universidades y en las empresas. Y todo un abanico de prácticas que impregnan el mundo empresarial, universitario y familiar.

En el fondo, todos hablamos de economía constantemente sin necesidad de hablar de racionalidad y de curvas de oferta y demanda. Cuando hablamos de economía en la vida cotidiana hablamos de amigos, de recomendaciones, de ayudas familiares para llegar a fin de mes, de trampas para recomendar a algún amigo, del compañero de trabajo trepa, de la omertá, etc.
Está muy manido pero no se me ocurría otra imagen para reflejar este post. 


Wake up señores, esto es la economía real.
Como estudiantes de economía hemos pasado años estudiando modelos sin saber si había instituciones, normas o valores detrás. En nuestros modelos no aparecen los abuelos que mantienen con sus pensiones a tres generaciones ni los padres que acomodan a sus hijos en su casa durante las vacaciones, ni la tendencia que tenemos a endeudarnos o nuestra afición a comprar dólares en un contexto en el que nadie cree en la moneda local.

Nos enseñaron que no tenía sentido hablar de todo eso. Eso es la chusma. Nosotros estamos para cosas más importantes. Como decía Tom Wolfe en La hoguera de las vanidades, nosotros somos los Amos del universo.

 Y ahora, después de algunos años de sabiduría, de experiencia o de simple vejez nos damos cuenta de que hay muchas cosas que no logramos entender sin esos valores, o mejor dicho, con la ausencia de los mismos.

 Y si no ¿cómo entender la actual situación en que se encuentra España en este momento? Basta con ver los correos que se enviaban los dirigentes de Caja Madrid para ver cómo la moral, o la falta de ella, tiene consecuencias económicas. Consecuencias que luego tienen que pagar millones de ciudadanos de sus bolsillos.

 ¿Cómo podemos explicar los problemas económicos de España sin hablar de instituciones, de valores, de normas y de moral? ¿Es posible? Y esto me lleva otra vez a mis años de estudiante. La economía normativa ocupa poco espacio en los programas de la Licenciatura de economía, casi no estudiamos epistemología y prácticamente nadie quiere saber nada de todo esto. Es aburrido. No genera dinero y no resulta atractivo para los profesionales de la economía.

 Qué pena. En estos días me he visto repasando mis lecturas sobre Amartya Sen, un economista indio que cuando habla nos lleva directamente a tratar temas de justicia, filosofía política, pobreza, etc.

No es normal que los economistas hagan estas cosas pero él lo hace. No solo cuestiona su profesión sino que va más allá. Cuestiona la misma idea de que tenga que existir una teoría de la justicia consensuada para denunciar las injusticias.

En efecto, la idea de injusticia surge primero[1] (Gotoh y Dumouchel, 2009, p.12) y podemos luchar contra la misma sin compartir una misma idea de justicia.

Suena un sinsentido pero en realidad Sen llama a la acción. Nos dice que nos olvidemos de la teoría y pasemos a la práctica. Amartya Sen renueva mi confianza en los economistas. En aquellos que son mucho más que eso. Como lo fue Keynes o lo fue Smith. Seres comprometidos con la sociedad. Filósofos. Políticos. Que viven la economía como algo que debe estar al servicio del bien común.

Por eso, abogo por la vuelta a la ética en las escuelas de economía. La economía normativa no solo refleja mejor la sociedad en la que vivimos sino que explica mejor los comportamientos de los agentes sociales. En este sentido, Sen nos enseña no a romper con el pasado pero sí a complementarlo con otras formas de entender el mundo en qué vivimos.

Por eso a preguntas tales como ¿la moral es producto de un proceso evolutivo o simplemente actuamos como seres racionales? Sen[2] (1999) nos invita a no tener que elegir. ¿Por qué no puede ser posible que ambas dinámicas tengan lugar al mismo tiempo?

Sen nos gusta porque parece un economista de otro tiempo.

Un fósil de lo que algún día fue la economía.                       

Y volviendo a Caja Madrid[3]…que alguien me cuente la caída de una institución de más de 300 años de historia sin hablar de moral, de normas y de valores.

Necesitamos estudiar ética para entender el mundo en que vivimos. Significaría sincerar la ciencia económica, darle prestigio y situarla en otro lugar. Más cercano al ciudadano.

Algunos creen que la filosofía solo puede ser un hobby. Un pasatiempo que nos sirve para escapar del gris escenario mundano en el que vivimos. Yo creo que es todo lo contrario.
Estudiar filosofía no significa aislarse del resto del mundo. Nada más lejos de la realidad. 
La filosofía está nuestras vidas. En nuestra entrañas. En cada decisión que tomamos como ciudadanos, como consumidores, como trabajadores.

 Todas nuestras elecciones tienen una carga moral. Eso es filosofía. Y cuando hablamos de ciudadanos que toman decisiones, racionales o no, también estamos hablando de economía.
No. La filosofía está lejos de ser un hobby. 
Sin filosofía no podemos entender el mundo de hoy. No podemos comprender porqué suceden las cosas que suceden.
Abogo por una ciencia económica que tenga en cuenta las normas, las instituciones y el contexto. 
Una ciencia que no sirva solamente para crear burócratas de la investigación en departamentos universitarios con escaso contacto con la realidad. 
O lo contrario, para formar solamente técnicos cuya mayor aspiración sea hacer contactos en el Master de turno soñando con ser Gordon Gekko.
Una ciencia que ayude a los individuos. 
Y mejore la sociedad. 

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