Estamos viviendo muchos cambios en estos días. A
pesar de que, entre vermuth y vermuth, sigo con mis temas de big data y la
economía de la información, estos días he tenido que hacer un STOP en el
camino. Tenía varios temas sobre los cuales filosofar. Temas que me obligan a
dejar de lado incluso el vermuth y centrarme en qué está pasando muy cerca de
Europa.
El pasado domingo se produjo el referéndum en
Crimea. Evidentemente, no hubo emoción ni un recuento minuto a minuto. Los nervios
pasaban por otro lado, no por el resultado.
Como era
de esperar ganó el SÍ.
Muchos especularon sobre la legalidad del referéndum
o sobre el papel de los observadores internacionales pero… al margen de esto,
parece claro, o la opinión pública tiene claro que Crimea pasará a manos rusas.
Un hecho que parece que sucederá en breve.
La cuestión está en que ahora muchos queremos
entender qué está pasando y por qué está pasando. Sin embargo, no creo que haya
que remontarse a la historia para entender el conflicto ruso. Ni que haya que
entender demasiado la mentalidad de los habitantes que viven por esas latitudes
(sean ucranianos, rusos o tártaros).
Entiendo
que pueda ser entretenido. Yo mismo soy un gran amante de la historia y Rusia,
en este sentido, es un país muy atractivo. ¿Quién no se ha visto atrapado por los
tochos de Tolstói o las aventuras de los hermanos Karamasov? Rusia tiene una
mística interesante.
Pero lamentablemente, el acontecimiento que nos
ocupa tiene mucho menos de romántico y legendario. Y de pronto, me puse a
pensar en cosas mucho más mundanas y menos profundas pero no por ello menos
reales.
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Esta foto me impactó. Una anciana vota en su casa. Fuente: 20minutos.es |
Y después de reflexionar un poco me di cuenta
de que solo con la economía era posible entender todo este desaguisado. En realidad,
y lamentablemente para algunos, no necesitamos más. Ni historias de espías
rusos ni intrigas en la corte del Zar.
La cuestión
de fondo es que Ucrania preferiría quedarse con Crimea pero lo importante es
que no tiene medios para defender esa porción de tierra.
Pero no
solo eso: Ucrania no solo está al borde la bancarrota sino que sus pronósticos
de crecimiento la aleja aún más de Rusia que seguirá creciendo a una tasa
cercana al 3% del PIB en los próximos dos años.
El poderío
ruso es infinitamente superior y, si los políticos ucranios piensan en términos
meramente económicos, se darán cuenta de que no merece la pena meterse en una
guerra que saben que van a perder. Solo el orgullo nacional les haría olvidar
que también son unos homos economicus.
Y todo esto me lleva a pensar que el concepto
de propiedad es algo complejo y no solo consiste en poseer. Ojalá fuera tan fácil.
En las últimas décadas, y paralelamente al
surgimiento de las nuevas tecnologías, el concepto de propiedad se ha
desdibujado totalmente.
En la época en que Adam Smith teorizaba sobre
los bienes económicos todo su pensamiento se apoyaba en tres pilares básicos:
la exclusión, la rivalidad y la transparencia del mercado.
Sin embargo, el auge de los bienes intangibles en los últimos años ha
tornado difícil el cumplimiento de estos requisitos y nos encontramos con que
es muy difícil delimitar la propiedad de las cosas.
Pero volviendo a lo que nos interesa: ¿Qué
significa ser dueño de algo? Locke
vinculaba la propiedad de la tierra al trabajo del hombre que podía haber
contenido en ella. Es decir, aquel que labraba la tierra tenía legítimo derecho
a poseerla, sin embargo, el tratado no explica cómo sucede la primera apropiación
y de alguna manera, podemos decir que Locke simplemente justifica la actual posesión
de la tierra.
La tierra
es de quien la explota pero…si todos quieren explotarla… ¿Quién tiene derecho?
Locke no nos da la clave y parece que tuvieron que pasar muchos años para que
nos diéramos cuenta de que ni las religiones ni las ansias de poder son capaces
de explicar por qué algunos se apropian de la tierra de otros.
La economía sí puede y Crimea es un ejemplo
más.
Evidentemente, la tierra es un bien clásico, en
el sentido de que responde a todas las leyes de oferta y demanda con las que
Smith estaba familiarizado. Se puede comprar y vender y es factible establecer
un control sobre esa posesión, lo hemos visto en los últimos días en Crimea. Hombres
fornidos con mirada amenazante y pasamontañas lanzando tiros al cielo para ahuyentar
a los vigilantes ucranianos.
Ucrania no puede defenderse y un poseedor que
no es capaz de proteger sus propiedades de un intruso no es un poseedor. Es un
mero hombre de paja.
Más allá, de las reivindicaciones más o menos
nacionalistas, más allá de la historia y más allá de los políticos que
gobiernen, la pura realidad es que Ucrania no tiene poder militar, es decir, no
tiene poder económico para defenderse.
En el fondo, una vez más, estamos hablando de economía
y la única verdad es que Ucrania está al borde de la bancarrota y Rusia sigue siendo una potencia mundial.
El resto son notas de color.
Etiquetas: Adam Smith, Crimea, Locke, propiedad, propiedad intelectual