Disculpen mi ausencia de estos días. He estado
ocupado con varias cuestiones importantes. El futbol no ayuda ni a la productividad ni a los nervios que
llevo adentro. En cualquier caso, hay varias cosas que decir.
Antes de que
empezara el Mundial la cosa pintaba fea. O será que sigue pintando mal pero ya
los medios no lo dicen.
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Fuente: http://regeneracion.mx/wp-content/uploads/2014/05/image192.jpg |
He visto algunos documentales terribles sobre
la situación de Brasil. Sobre la violencia. Sobre el estado policial de las
calles. Y puedo entender el descontento de la gente y lo aplaudo.
En el último post hablábamos de las redes sociales y la libertad. Habíamos dicho
que el consumidor no es capaz de gestionar su privacidad de forma libre. Pero ahora
me interesa otro aspecto. No tanto desde el punto de vista del consumidor sino del
ciudadano. El hecho de que surjan plataformas de protesta en las redes sociales
que cuelgan información que llega a muchas personas me llena de optimismo en este mundo que nos quiere vender que somos libres. Que un ciudadano en un lugar
alejado pueda denunciar una injusticia y que miles de personas puedan ser
testigo de ello me parece todavía asombroso. Y me lleva a algunas conclusiones.
Decíamos que como consumidores somos menos
libres de lo que parece. Nadie nos pregunta cuando accedemos a una página web o
cuando accedemos a un servicio cómo queremos gestionar nuestra privacidad. Alguien
se encarga de tomar las decisiones por nosotros. (Ya hablaremos en otro post
sobre las dificultades a las que se enfrenta el consumidor cuando no puede
ejercer sus derechos de propiedad sobre los datos personales). Pero como ciudadanos tenemos todavía margen
de actuación…en especial algunos ciudadanos. Lo están demostrando miles de
personas en el mundo que luchan por mejorar sus condiciones de vida. Aquellos
que están fuera del consumo de las clases medias tienen una ventaja aunque no
lo sepan: están fuera de lo que David Lyon llama la sociedad de la vigilancia
por parte de las empresas(Lyon, Ball, & Haggerty, 2012).
Las grandes compañías que recolectan nuestra
información sobre consumo para luego hacer predicciones y vendernos productos
acordes tienen como principal target esa clase media y baja que no tiene otra opción
que consumir. Y con el rastro que vamos dejando de información, las empresas
hacen negocio más que nunca (y algunos gobiernos cuentan con ellas para espiarnos como hemos podido constatar).
En el artículo anterior hablábamos de las tres V
del big data. Una de las características de este nuevo capitalismo es esa relación
de largo plazo entre consumidores y empresas que hace que estas últimas puedan
extraer mucha información que les sirva para seguir haciendo negocio. No lo
denuncio. Solo constato una realidad. Pero lo que está claro es que de este
escenario no se salva nadie excepto los que están fuera del consumo
capitalista. Aquellos no interesan a nadie. Ni a las empresas que no
pueden hacer negocios con ellos —por lo menos, no a través del big data— y de los gobiernos. Ellos solo
tienen su voz y pueden hacer llegar sus reclamos mucho más que antes.
Y volviendo al Mundial. A pesar del contexto
social que rodea a este acontecimiento en Brasil no puedo dejar de admitir que
amo los Mundiales y este de Brasil, en términos, puramente futbolísticos, me
está encantando. Por los países involucrados, muchos de ellos, pequeños países
que están haciendo grandes hazañas como Argelia y por el ambiente de la
hinchada. Pero no hay que olvidar los partidos. Casi no hemos tenido partidos
aburridos. Y es que el fútbol es gol y esta fase de grupos ha tenido más goles
que casi en todo el Mundial de Sudáfrica. Pero no solo eso: la supuesta mordida
de Suarez le ha dado al Mundial eso que le faltaba: un debate serio sobre un
asunto menor. Y me hace gracia los acalorados comentarios a favor y en contra de un
acontecimiento tan grotesco como una mordida. Que si tenía antecedentes. Que si
debe ir al Guantánamo. Todo esto me parece demencial pero, al menos, nos
enriquece con esa charla insustancial que relaja los a veces excesivamente acartonados
debates sobre fútbol. Ya lo dijo Mujica: “No le pagamos para que sea filósofo”.
Y ahora los dejo. Seguiremos hablando del big
data. Sutilmente. Sin agobiar. Disfruten lo que queda de Mundial. Ahora viene
lo más interesante. Y no me queda otra que sentarme frente al televisor con un
buen frasco de olivas y una cerveza fría.
Y tranquilo lector. Los canguros filósofos no
mordemos. Solo las olivas. Y solo las buenas.
References
Lyon, D., Ball, K., & Haggerty, K. (2012). Routledge
handbook of surveillance studies Routledge.
Etiquetas: big data, consumidor, David Lyon, libertad, Mundial Brasil 2014