Es difícil plantearse
seriamente hacer una reseña sobre la obra Capital
de Piketty sin sentir que uno se está metiendo en un berenjenal del que puede
ser muy difícil salir.
Que se metan otros.
De hecho, ya más de
uno se ha lanzado a la aventura. Solo hace falta googlear a Piketty para encontrar miles de reseñas de su obra.
Mejor seguiré otro camino: intentar
reflexionar sobre su libro en clave particular. Esbozar algunas ideas. Intentar comprender
a través de algunas preguntas clave. Fáciles. Pensadas para el vago que tenga
suficiente interés en la economía pero no la voluntad, el tiempo, el empeño o
lo que sea de leer este tocho de más de 600 páginas.
¿Qué necesidad hay?
Para eso está el Canguro que intentará de forma directa y sin tecnicismos
llevar al lector las principales premisas de esta obra.
El formato de
pregunta y respuesta me parece adecuado cuando hay que hablar de temas un poco
más áridos y los interrogantes que se plantea este dummy imaginario bien se los
podría haber planteado el Canguro en otro momento de su vida. Lo haremos en cuatro entregas por las misma razón: no queremos cansar al lector.
En definitiva, esta
es una guía para inútiles, como lo soy yo en muchos terrenos, que en un
lenguaje claro y poco académico intentará responder a las cuestiones clave que
plantea Piketty en su libro.
Espero que el lector después de leer esta
reseña pueda fanfarronear por ahí de haber leído una de las obras económicas
más importantes de los últimos años.
Al fin y al cabo,
estoy ayudando al mismo PIketty cuando
dice que quiere acercar la economía a todo el mundo. “La economía es algo
demasiado serio para dejarlo en manos de los economistas.”
Piketty para dummies
intenta dar un paso. En plan callejero y con ejemplos reales intentaremos dar
respuesta a todos aquellos planteos que nos hacemos día a día sin ser eruditos.
Al fin y al cabo, la filosofía debería estar para eso y no para dejarla en
manos del par de académicos de turno.
Vayamos al fango. Puede
que sea un camino un poco tortuoso pero sin duda así es el conocimiento y por
eso nos gusta. Si fuera fácil, aburriría.
No digan que no les avisé.
¿Qué es
lo que hace la obra de Piketty tan interesante para un economista y para el
mundo en general?
Primeramente, pone de
relieve uno de los grandes temazos que los economistas solemos estudiar de
pasada y que no ocupa mucho tiempo en nuestras cotidianas inquietudes
académicas e intelectuales. En concreto, Piketty pone en el centro del análisis
económico la cuestión de la distribución
del ingreso.
Por otra parte, si te
encanta la historia económica y la estadística, este es tu libro. Un relato
histórico sustentado en datos es lo que esperábamos muchos de lo que estábamos
cansados de oír verdades a medias, prejuicios y creencias sin fundamento acerca
de nuestro pasado económico. En ese sentido, Piketty pone un poco de luz en el
camino.
¿Y qué es
lo novedoso de esta obra?
Primero, que está
escrita en un lenguaje llano. Para el público en general. Es una obra didáctica
que cualquier lego puede seguir sin problemas con un poco de voluntad. El autor
nos demuestra que es posible tratar temas complejos sin recurrir a fórmulas matemáticas.
Y para los
economistas que teníamos apolillados algunos temas nos viene bien rescatar algunos
conceptos que son básicos para entender la desigualdad. En especial, conceptos
macroeconómicos, como ingreso, riqueza, tasa de retorno del capital, etc.
Segundo, ¡que su análisis se basa en datos! No hay reflexión, excepto en los capítulos finales. Toda la
obra está recorrida por la serie de datos con la que ha estado trabajando en
los últimos años.
Y acá está el valor
agregado de Piketty: se ha pasado años y años recopilando cifras de los
principales países europeos y de Estados Unidos para poder formar una mega
serie que va desde mediados del siglo XVIII a la actualidad (lo cual también le
permite hacer algunas estimaciones interesantes sobre la desigualdad en el siglo
XXI). Como un obsesivo coleccionista de estampillas, ha recopilado dato por
dato, país por país con el suficiente detalle que solo un verdadero friki de
los números y del pasado puede hacerlo.
Tercero, no solo
quiere estudiar el nivel desigualdad de los países. Ese dato es interesante
pero mucho más interesante es conocer cuál es la estructura de la desigualdad.
Lo veremos más adelante.
Cuarto, su análisis
no es de largo plazo, es de larguísimo plazo y esto nos otorga muchas ventajas.
Cuando nos alejamos de un hecho concreto y lo vemos en perspectiva su
relevancia cambia. Piketty juega mucho con esto y lo veremos a lo largo de su
obra.
Quinto, da una gran
relevancia a los estudios de población. A menudo, este es un tema del que no se
habla con la suficiente profundidad. El autor lo hace y lo ubica en el centro
del análisis económico.
Piketty nos hace un
relato histórico sobre el capital, nos da referencias literarias y nos cuenta
en qué punto estamos. Todo con rigor científico y sin fanatismos.
Y ahora
hablando en serio: ¿qué hace exactamente Piketty?
Básicamente, lo que hace es continuar la ya
famosa serie empezada por Simon Kuznets para Estados Unidos que lo llevó a
escribir su célebre paper “Economic Growth and Income Inequality”
en donde se dio nombre a su famosa “curva de Kuznets”. Las conclusiones a las
que llegará Piketty serán diametralmente opuestas a las de Kuznets pero antes
de continuar…
¿Qué
decía Kuznets?
De acuerdo a sus
datos, la desigualdad en las primeras etapas de desarrollo aumenta y luego
disminuye a medida que el país se va industrializando. Se supone que en fases
avanzadas de desarrollo económico una porción más grande de población es capaz
de disfrutar de los frutos del crecimiento económico. De alguna manera, esta teoría podía explicar
el desempeño económico de Estados Unidos durante buena parte del siglo XX: una
fase de industrialización con gran desigualdad durante las últimas décadas del
siglo XIX y un aumento de la igualdad a medida que entramos en el siglo XX, en
especial a partir de la posguerra.
Por otra parte, su explicación optimista del
capitalismo de entonces servía a los intereses del país que intentaba mostrar
la conveniencia de que los países en desarrollo no cayeran en la órbita soviética.
Era posible un mundo libre y próspero.
La curva de Kuznets era lo que necesitaban muchos economistas para
justificar la supremacía de Estados Unidos ante la Unión Soviética. Incluso
muchos otros países europeos como Francia parecían haber seguido un camino
parecido de prosperidad (“los treinta gloriosos”). Todo cerraba. Pero…entonces…
¿Dónde
está el problema según Piketty?
El tema es que este
PIketty afirma que la curva de Kuznets fue planteada por la razones equivocadas
y con una base empírica muy frágil. ¿Eran los datos lo suficientemente sólidos?
Y aquí está lo novedoso, o bueno, lo que algunos veníamos sospechando pero no
podíamos poner en palabras.
Básicamente, para
Piketty, la enorme disminución de la desigualdad en los países europeos y en
Estados Unidos tuvo más que ver con las dos guerras mundiales que lo que
hicieron fue destruir grandes cantidades de capital que estaba en pocas manos. Fue
una forma de barajar de nuevo. Como una expropiación en masa. De la noche a la
mañana una enorme masa de capital se evaporó.
De alguna manera, Piketty
nos viene a decir que solo fue un hecho fortuito —y sangriento— el que propició la igualdad que vino
después de la guerra. Nada que ver con el alegre y natural proceso que nos
planteaba Kuznets. En efecto, una vez la
guerra pasó y llegó la paz, solo bastaron un par de décadas para que el capital
se volviera a concentrar. Así lo podemos observar en Estados Unidos a partir de
1970 y también en Europa.
Pero… ¿qué fuentes usa Piketty para justificar sus
dichos?
Por un lado, extiende
la serie de Kuznets para abarcar las últimas décadas. Es decir, más allá de
1948 que fue el último año que trabajó Kuznets. Por otro lado, realiza un
trabajo similar para Francia, país del que tiene más información, no solo por
ser él francés sino por ser uno de los primeros países europeos en sistematizar
estadísticas.
Asimismo,
Piketty ha trabajado en colaboración con
otros colegas para obtener información de Reino Unido, Alemania, China,
Portugal, Canadá, Japón, etc.
Por último, el World
Top Income Database,
es el lugar de referencia para datos históricos sobre desigualdad de la renta.
¿Y cuáles
son las conclusiones a las que llega?
Primero, lo que
decíamos antes: la disminución de la desigualdad en el siglo XX fue gracias a
las dos guerras mundiales y a las políticas que se llevaron a cabo para poder
sortear esa crisis.
Segundo, la dinámica
que está siguiendo la distribución de la riqueza en el siglo XXI nos lleva a
una divergencia o a un aumento de la desigualdad.
De alguna manera,
Piketty cuestiona la feliz idea de que con avances tecnológicos y capital
humano los países en desarrollo alcanzaran a los desarrollados en un mundo
perfecto en el que el conocimiento y las habilidades será lo que realmente
determine la performance de los países.
No señores. Parece haber muy poca evidencia
empírica de que este sea el caso. La porción de ingresos de capital que
corresponden a rendimientos del trabajo no es significativa y todo parece
indicar que el capital “no humano” sigue siendo igual de indispensable ahora
que hace un siglo.
Y, como podemos
comprobar todos aquellos que se hayan tenido que enfrentar a la tarea de buscar
una casa, la desigualdad aumenta con la edad (el capital inmobiliario en España
parece estar en manos de personas mayores de 50 años). Y la riqueza heredada sigue
siendo ahora igual o más importante que en la época en que Balzac escribió Pere
Goriot.
Pero… ¿qué
son las fuerzas de divergencia? ¿Por qué no aumenta la igualdad a medida que
avanza el cambio tecnológico?
Aquí viene el quid de
la cuestión que luego Piketty intentará demostrar con datos. Cuando el
crecimiento es lento, es decir, cuando hablamos de economías desarrolladas —no de países que
están todavía “convergiendo” como China— como puede ser el
caso de España, Alemania o Portugal, la tasa de retorno del capital suele ser
alta, es decir la remuneración del capital es superior al crecimiento económico.
Esto provoca una concentración de la riqueza sin igual.
Para el caso
americano, Piketty observa un despegue de los salarios de los mejor pagados que
se inicia a fines de la década de los
setenta. La explicación optimista nos dice que esos salarios están remunerando
a trabajadores altamente productivos y educados. Pero… ¿es realmente así? ¿Cómo
medimos la productividad de este colectivo? Esta es tarea difícil, más si
tenemos en cuenta que suelen ser ellos mismos los que fijan su salario.
En cuanto a los
países con tasas de crecimiento lentas en donde la tasa de retorno del capital
es alta, nos resta decir que la riqueza acumulada (pasada) toma un lugar
desproporcionadamente alto, ya que con solo unos pocos ahorros se puede
incrementar el stock de riqueza de manera considerable.
Vamos, que es más
rentable dedicarse a especular con bienes raíces que trabajar de forma
productiva. Eso ya lo sabíamos, el problema es que para poder especular se
necesita un capital inicial, una herencia, un regalo, riqueza acumulada en el
pasado, privilegio de unos pocos. El resto de la humanidad tiene que salir a
trabajar.
Piketty plantea que
si esta situación se mantiene en el tiempo (su famosa inecuación r>g que nos
acompañará durante todo el libro), la desigualdad aumentará en igual medida.
De alguna manera, el
mensaje de Piketty es claro. La carrera, los estudios no sirven para prosperar
sino el casarte con un buen partido o
matar a tus padres sin que nadie se dé cuenta aunque… ya ni siquiera
puedes especular con heredar porque el aumento de la esperanza de vida no ha
hecho más que aumentar de forma considerable la edad de los herederos.
En palabras del mismo
autor:
“cuando la tasa de retorno del capital es superior al crecimiento
económico (…) la riqueza heredada crece más rápido que la producción y los
ingresos del trabajo. (…) Bajo estas condiciones, es casi inevitable que la
riqueza heredada sea superior a la riqueza que puedas amasar como producto de
tu trabajo por un amplio margen, y la concentración de la riqueza llegará a
unos niveles muy altos— niveles incompatibles con los valores meritocráticos
y los principios de justicia social que son fundamentales en las sociedades
democráticas.” (p.26).
Vale:
entiendo las ideas generales de Piketty pero sigue sin quedarme claro ¿qué es
exactamente la desigualdad del ingreso?
Lo siento, es viernes a la noche y me espera mi vermuth...
CONTINUARÁ
EN LA SIGUIENTE ENTREGA DEL CANGURO
Ya puedes leer la segunda parte aquí
Etiquetas: crisis económica, democracia, desigualdad, ética, justicia social, Thomas Piketty