Piketty para dummies 3: las trampas de la meritocracia y el crecimiento de la población

Tercera parte de este diálogo entre un inútil y un Canguro a propósito de Piketty. Hoy discutimos, entre otras de cosas,  si la meritocracia es más justa que la igualdad. 
Si te perdiste la segunda parte, puedes leerla aquí Piketty para dummies 2: algunos conceptos clave
Y si quieres ir a la primera, aquí la tienes! Piketty para dummies 1: una introducción

Pero… ¿qué tiene que ver el crecimiento de la población con la desigualdad? Los economistas no suelen mostrarnos esa relación.
¡Mucho!
Un crecimiento sostenido de la población (manteniendo el resto de variables sin tocar) juega un importante papel a favor de una menor desigualdad. En una sociedad en donde las familias tienen muchos hijos, estos no pueden contar con la riqueza heredada de sus padres ya que hay que repartir entre más miembros de una familia. En un caso extremo, una sociedad de hijos únicos es una sociedad que concentra aún más el capital en pocas manos. Y lo mismo que sucede con el crecimiento de la población, sucede con el crecimiento económico: una sociedad estancada en donde solo se incrementa en torno al 1% tiende a tener una tasa de retorno del capital superior por lo que la riqueza heredada suele ser más rentable que los ingresos del trabajo.
En forma contraria, en sociedades en donde el crecimiento económico es dinámico juega un rol más importante las rentas del trabajo que el capital acumulado en el pasado.
Vale, has dicho que Piketty  habla de Estados Unidos y Europa pero… ¿qué diferencias encontramos en torno a la desigualdad?
La evolución del capital es más estable en Estados Unidos que en Europa que sufrió las dos guerras mundiales en su territorio. Durante los siglos XVIII y XIX la abundancia de tierras en el nuevo mundo hizo que su precio sea bajo y permitiera el acceso fácil a los nuevos inmigrantes que llegaban.
Piketty dice que solo tres años de ingreso nacional equivalía a la riqueza total de Estados Unidos en el siglo XIX en comparación  a los siete de Europa. Esto se tradujo en una menor influencia de los rentistas y de los caseros en el Nuevo Mundo que en el Viejo.
Otra gran diferencia que apunta Piketty es que en Estados Unidos, el rol del capital extranjero siempre ha sido testimonial, es decir, el capital de americanos fuera de su territorio nunca ha constituido una parte importante de su ingreso nacional como sí en otras grandes potencias coloniales.
Por último, las tasas de crecimiento demográfico en Estados Unidos son menos lentas que en Europa lo cual en parte puede explicar que el capital tenga un rol menos importante que en Europa.
Por otra parte, en sociedades envejecidas las tasas de ahorro suelen ser altas por lo que se refuerza esta dinámica.
Ok. Ahora con todos estos conceptos en la cabeza,   volvamos a la desigualdad…
Decíamos que puede haber desigualdad del ingreso por rendimientos del trabajo y del capital. Dado que el capital suele estar concentrado en pocas manos, es este segundo tipo de desigualdad mayor que la primera. De acuerdo a Piketty, encontramos esta regularidad en todos los países estudiados.
Y volvamos a una de las preguntas iniciales: ¿cómo medimos la desigualdad?
Para poder hacerlo y poder comparar entre países con realidades muy distintas se suelen usar los centiles, percentiles o milcentiles. En palabras del mismo autor:

“el porcentaje de renta que va al decil o centil más alto constituye un índice para juzgar cuan desigual es una sociedad  porque refleja no solo la existencia de ingresos extremadamente altos o fortunas extremadamente altas sino que muestra el número de individuos que disfrutan de este situación.” (p.253)

No hablamos de clases altas, media o bajas. En este contexto, nos interesa estudiar por ejemplo el centil más alto. Por ejemplo, en Francia el centil más alto en una población de 65 millones con 50 millones de ellos adultos, son en torno a 500.000 personas. Medio millón de personas que se encuentran entre los que más renta perciben. Del mismo modo, en Estados Unidos estamos hablando de 2,6 millones de individuos. Un grupo que suele ocupar lugares prominentes en la sociedad. Y este índice no solo nos permite comparar entre países, sino más importante para un historiador, entre diferentes épocas de la historia de un país. 
Ok. Dijiste que la desigualdad del ingreso con respecto al capital suele ser más profunda que la desigualdad del ingreso con respecto al trabajo. Me imagino que entonces los que más tienen suelen ser los que más ganan o ¿me equivoco?
No es una relación exacta. A veces coincide pero en muchos casos no. En el siglo XIX muchos ricos no trabajaban por lo que los que más tenían no eran los mismos que los que más ganaban. Hoy en día nos encontramos con un grupo de ricos más heterogéneo…
¿Estás diciendo que la desigualdad del ingreso proveniente del trabajo es menos aguda? ¿Menos grave?
No lo dice el Canguro, lo dice Piketty aunque eso no significa que no haya desigualdades agudas en las remuneraciones de los trabajadores. En efecto, las hay y son profundas pero comparado con la desigualdad por la propiedad del capital son mucho más leves.
Y ¿qué sería una sociedad igualitaria? ¿ De qué magnitudes estamos hablando?
Como siempre, los países más igualitarios son los escandinavos donde el 10% más rico posee el 50% del ingreso nacional del país. No está mal ¿no? Pues, imagínate cómo está la situación en el resto del mundo. En Alemania, Francia o el Reino Unido hablamos del 60% del ingreso nacional mientras que el 50% más pobre tiene solo 5% del ingreso nacional. En Estados Unidos las cifras son peores: el 10% más rico tiene el 72% del ingreso nacional mientras que el 50% más pobre solo el 2%. 
Vale. Aspiramos a una sociedad más igualitaria. ¿Es eso más justo?
Piketty nos viene a decir que en una sociedad en donde el 10% más rico tiene más del 50% del ingreso nacional puede no sostenerse en el tiempo sin que haya o una revolución como parece haber sucedido en algunos países como en Francia previo a la Revolución francesa o una buena justificación para mantener esa desigualdad.
Piketty parece darle mucha importancia a este asunto. En efecto, si miramos las series históricas que nos ofrece vemos que hay dos maneras claras de aumentar la desigualdad de los países. Una es creando una sociedad de rentistas en donde el capital rinde más que el trabajo y en donde la riqueza pasada juega un rol muy importante dentro del ingreso nacional. Esa fue la sociedad de la Belle Epoque en Europa o la previa a la Revolución francesa. La otra manera de alcanzar una sociedad más desigual es más nueva y fue creada por Estados Unidos. En esta sociedad, la jerarquía de ingresos está dominada por los super salarios y no por riqueza heredada. Es la sociedad que algunos optimistas llama “hiper meritocratica”. Es la sociedad de los súper managers.
Una sociedad meritocrática sería una buena justificación para la desigualdad del ingreso ¿no?
Bueno, eso es lo que nos han querido vender. O al menos eso insinúa el autor. Volvamos a Estados Unidos ya que es un ejemplo complejo. Si analizamos las series de Piketty desde el siglo XIX hasta el 2010 vemos que Estados Unidos parte de una situación de mayor igualdad que en Francia: el 10% más rico se quedaba con el 40% del ingreso nacional mientras que en Francia esta cifra llegaba al 50%. Sin embargo, si vamos al año 2010 encontramos en Estados Unidos un nivel de desigualdad similar al que había en Europa en la primera década del siglo XX aunque la estructura de esta desigualdad es bastante diferente.  ¿Y en el medio? Durante 1950 y 1980 nos encontramos con las tasas de desigualdad más bajas de la historia de Estados Unidos: el 10% más rico solo se quedaba con el 30-35% de la renta nacional. No está mal ¿no?
¿Y qué pasó luego?
A partir de la década de los ochenta la desigualdad del ingreso “explota” en palabras de Piketty. Para el año 2000, el 10% más rico obtenía en torno al 50% del ingreso nacional y se estima que se llegue al 60% en 2030. Mucha de esta explosión tiene que ver con el gran aumento de los salarios de los super managers. Estamos hablando sobre todo de trabajadores del sector financiero.
Bueno, se está remunerando a los mejores. A los más formados. A los más productivos. ¿No es acaso esa desigualdad más justa que la que proviene del capital heredado? Eso da un poco de esperanza a los miles de pringados que están ahora en la universidad pensando que tendrán una mejor calidad de vida que alguien sin estudios…
Bueno, es una manera de verlo. La teoría económica es a veces un poco naif.
 En la economía del libro de texto los salarios son equivalentes a la productividad marginal del trabajo que es la contribución de cada trabajador al producto total de esa empresa. A su vez, su productividad dependerá de sus habilidades y de la demanda y oferta de esa habilidad en el mercado.
¿Y de qué depende la demanda y oferta de una habilidad concreta en el mercado?
Pues, la oferta depende de muchas cosas como por ejemplo del sistema de educación de un país en un momento dado. Es decir, cuanta gente tiene acceso a esa educación, cuan buenos son los profesores, cuantas horas prácticas, etc. Y la demanda de una habilidad concreta depende del estado de la tecnología disponible para producir los bienes y servicios que demanda el mercado.
Ok. Estado del sistema educativo y nivel de tecnología….y eso… ¿de qué depende?
Bueno, el sistema educativo depende de muchas cosas como de los presupuestos públicos, el grado de acceso que tengan los alumnos, la manera en que se financia. Y el nivel de tecnología depende del grado de innovación de un país y la rapidez con se implementan esas nuevas innovaciones.  Si la oferta de habilidades no se incrementa al mismo ritmo que su demanda, entonces esos trabajadores con menos cualificación serán relegados a puestos peor pagados y eso hará aumentar la desigualdad. Por eso el sistema educativo debe responder al mismo ritmo de esa demanda para poder satisfacerla y que no se devalúen los salarios. De alguna manera, la inversión en educación e innovación no elimina las desigualdades existentes pero no las profundiza. Piketty pone el ejemplo de Francia y Estados Unidos. En el primer caso, la democratización de la educación permitió que se mantuviera la estructura de desigualdad salarial. El salario medio durante el siglo XX no dejó de subir mientras que la diferencia entre los mejores y los peores pagados se mantuvo. En el segundo caso, ocurrió todo lo contrario: la desigualdad salarial se profundizó probablemente debido al alto costo de la educación universitaria en Estados Unidos. Piketty defiende fervientemente la educación pública como vehículo para evitar la profundización de la desigualdad salarial.

Vale, pero volviendo a los super managers y a la explosión de la desigualdad salarial en Estados Unidos… ¿cómo se fijan esos salarios? ¿Cómo se mide su productividad marginal?
Ahí está el problema con esta teoría de la productividad marginal que tiene sus limitaciones. No es capaz de explicar la desigualdad salarial que sucedió en Estados Unidos a partir de los años ochenta. De acuerdo con esta teoría, la explosión salarial del 10% más rico se debe a un aumento de la productividad de estos trabajadores. Sus especiales habilidades los hace ganar salarios que crecen mucho más rápido que la media.  Pero… ¿es realmente así? ¿Estamos hablando de un grupo de iluminados? Piketty analiza en detalle el “decil más rico”. Dentro del 10% que más gana, encontramos un 9%, aquellos con salarios entre 100.000 y 200.000 dólares al año que lo han visto aumentar a un ritmo apenas superior a la media. Mientras que el restante 1%, aquellos con salarios superiores al medio millón de dólares anuales han visto su remuneración “explotar”. Es decir, observamos una discontinuidad importante y llamativa entre los salarios del 1% y del  9% restante.
 ¿Y cuando analizamos el nivel de educación y las habilidades de estos trabajadores? ¿Observamos la misma discontinuidad? ¿Tiene este 1% una educación super especial, única, compleja y oscura que los hace ser merecedores de esos super salarios? Pues, parece que no. Se use el criterio que se use no podemos encontrar habilidades especiales ni una educación especial en ese 1%.
Vale, la educación no explica los super salarios, entonces… ¿qué los explica?
A veces las teorías económicas universales no explican las dinámicas que se dan en algunos países es por eso que Piketty, como muchos economistas, apelan al rol  institucional. En el caso concreto de los super managers el autor señala que es un fenómeno sobretodo anglosajón. No se da en todos los países y cuando fracasa la teoría de la productividad marginal del trabajo para explicar sus super salarios debemos analizar otros factores menos…económicos.
De acuerdo a las series de Piketty, el auge de los super salarios de los managers se da en países como Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Australia: en todos éstos el aumento de la desigualdad del ingreso se explica por el auge de los super managers tanto en el sector financiero como en otros sectores.
¿Y en Europa continental?
De acuerdo a las series de Piketty, en las últimas décadas se ha experimentado un aumento de la desigualdad salarial pero a un ritmo mucho más lento que en los países anglosajones. En ese sentido, Europa va por el mismo sendero pero a un ritmo más pausado. Y esto nos debiera hacer pensar sobre las instituciones. Si países que han crecido en las últimas décadas a tasas similares y han avanzado tecnológicamente a ritmos parecidos ¿por qué tienen una estructura de desigualdad salarial tan distinta? Está claro que hay factores no económicos y más institucionales en juego. Al menos en esa línea va Piketty.
Vale. Pero sigue sin quedarme claro… ¿cómo se determinan los salarios de estos super managers? ¿A qué te refirieres con factores institucionales? Viendo los salarios de algunos banqueros en España, ¿podemos estar hablando de corrupción?
Piketty en ningún momento habla del caso español ni de corrupción. O sí. Aunque con otras palabras. En cualquier caso, volviendo a la feliz teoría de la productividad marginal del trabajo, debemos decir que es relativamente fácil de estimarla para un trabajador que realiza un trabajo repetitivo por ejemplo alguien que está en una cadena de montaje pero a medida que complejizamos el trabajo esto se hace más difícil ¿cómo medimos el aporte al producto total de una empresa de un analista financiero? Digamos que mientras más distintivo sea ese trabajo más margen de error puede haber en esa medición.
¿Y en la práctica?
Pues pregúntale a tu jefe y si se niega a responder vuelve a Piketty pero la respuesta es la que todos sospechábamos: por cuestiones jerárquicas. Tus superiores fijarán tu salario y sus salarios los decidirán otros que son como ellos y que se sientan en un consejo de administración.
Y si tienes dudas, preguntale a Blesa o a Rato si alguien se ha tomado la molestia de medir su productividad marginal del trabajo. Se te reirán en la cara. Digamos que alguien que es capaz de fijar su propio salario o que tiene un gran poder de negociación por las razones que sea, hará todo lo posible por demostrar que su productividad es muy alta.
Es humano que así sea pero que quede claro. Hablamos de un mercado con información asimétrica e  incertidumbre en donde juegan otros factores como las normas sociales de un país. Lo importante es saber que es muy difícil ir en contra de las normas sociales de un país y éstas pueden explicar mucho más la disparidad salarial entre países que cualquier teoría económica con ansias de universalidad.
Y hay más, Piketty analiza la performance de algunas empresas que han visto  aumentar sus  ventas y las ganancias para ver si esos super managers eran decisivos para la performance de esas empresas. Pues parece que no. En palabras del autor:

“De hecho, observamos lo contrario: es cuando aumentan las ventas y las ganancias de una empresa por razones externas que los salarios de los ejecutivos aumentan más rápidamente” (p.335).

 En algunas sociedades parece haber más tolerancia a estos super salarios que en otras aunque eso ya es terreno de la sociología pero todo parece apuntar  a que se premia “la suerte”.
En cualquier caso, parece claro que el auge de esta clase de supermanagers coincide en los países anglosajones con el auge del conservadurismo en los gobiernos de turno lo cual favoreció por supuesto una bajada de impuestos a los salarios más altos. Está claro que una sub clase, pequeña pero muy importante de trabajadores que son capaces de fijar sus propios salarios están dispuestos a hacer lo imposible para lograr que los impuestos no suban y para pedir subidas salariales más que nunca. Es cuestión de incentivos. Es humano. Hay medidas económicas que incentivan la codicia y esta puede ser una de ellas.

Vale. Ya me han quedado claro los dos conceptos, desigualdad salarial y desigualdad de la riqueza. Parece que, al fin y al cabo, ésta será una sociedad de viejos herederos, de muchos pobres y de unos pocos super managers…es desolador ¿no? Eso significa que ¿debemos decirles a los jóvenes que dejen de estudiar y se dediquen a apostar a los caballos?
Tendrás que esperar un poco. Dar un consejo a los jóvenes requiere de algo de reflexión. Nos vemos en un par de días.

CONTINUARÁ EN LA SIGUIENTE ENTREGA DEL CANGURO

Ya puedes leer la cuarta y última parte aquí

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