Lluvia otoñal de primavera. Rachas de viento. Sol
que se asoma y desaparece de forma caprichosa. Una ocasión perfecta para
guarecerse y para contarles un poco en qué anda el Canguro.
Como sabrán mis
seguidores de Facebook y Twitter estoy recopilando bibliografía, datos y hechos
que puedan ser interesantes para seguir investigando los vínculos entre el
consumo, la privacidad, el big data y la economía digital. Tengo algunas ideas
en mente que poco a poco iré desarrollando.
Material hay de sobra pero el paso del tiempo
es cruel en estos temas y hay que estar actualizado. Por otro parte, es
necesario hacer una revisión en el pasado. Y volver a la historia, un vicio que
no termino de abandonar del todo.
Es decir, conocer un poco la historia de la
privacidad, en concreto de la vida privada de las personas, me parece esencial.
Me refiero no a prácticas concretas de la vida íntima sino más bien al concepto
que tenían en la cabeza nuestros antepasados cuando gestionaban su vida privada.
En esta época en que estamos tan expuestos como
consumidores a que nuestros datos estén en muchos lugares al mismo tiempo, cabe
preguntarse qué significa tener una vida privada. Asimismo, sería deseable
saber qué entendemos por vida privada y por qué algunos consumidores o
ciudadanos creen que merece la pena defender aquellos ámbitos de intimidad.
Hace unas semanas comentaba que Mark Zuckerberg
había dicho que “la era de la privacidad se había acabado” al mismo tiempo que compraba
las parcelas de sus vecinos para preservar la intimidad de su flamante
matrimonio. Todos, de una forma u de otra valoramos algún ámbito de nuestra
privacidad y no seríamos capaces de exponer todos los aspectos de nuestra vida íntima
y menos para que otros comercien con nuestros datos sin recibir nosotros nada a
cambio.
Esta primavera Madrid aloja un gran evento en
torno al fenómeno del big data llamada OJO AL DATA. Hasta el 6 de junio se
podrá ver la exposición sobre proyectos relacionados con los datos en el
Medialab Prado. Una ocasión para que el Canguro se de una vuelta por allí y le
ponga cara a algunos proyectos de lo que ha oído hablar y de los que le
gustaría saber más.
Al mismo tiempo, estoy pensando en seguir
alguna de las líneas de investigación planteadas en La privacidad del consumidor en la era de los big data, por un lado
quiero ahondar en la historia de lo público y lo privado. A veces es bueno,
darse una vuelta por el pasado para ver cuánto han cambiado las cosas o para
darse cuenta de que las cosas no han cambiado tanto. Ya en otros posts habíamos hablado de cómo eran
las cosas en tiempos pretéritos en los que la religión o el Estado jugaban un
rol importante en la vida privada de las personas. Parecía que en el último
siglo habíamos conquistado la privacidad como un derecho. El derecho a no ser
espiado y el derecho a no exponer nuestra vida íntima a terceros.
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Fuente de la imagen: http://despilfarro.com/tag/reciclaje/ |
Todo esto
está en cuestión otra vez y podemos acusar a gobiernos y a empresas pero cabe
preguntarse si, como ciudadanos o como consumidores, no somos también responsables de lo que hacemos con nuestros
datos personales. Es tiempo de hacernos ciertas preguntas ¿Por qué valoramos
nuestra privacidad? ¿Es igual en todos los países? ¿Hay matices o estamos
viviendo una homogeneización de los valores en torno a la privacidad en
Occidente producto de la globalización? ¿Cómo funciona el consumidor cuando
gestiona sus datos personales? ¿Es racional? Hay algunos estudios que apuntan a
que no lo es del todo.
Pero queremos saber más.
Intentaremos responder a algunas de estas
preguntas en clave local porque nos gusta entender el mundo más inmediato, el
que nos rodea. A veces, nos pasamos leyendo libros que hablan de otros países,
otras realidades y cabe preguntarse si esa realidad se ajusta a nuestro entorno
más inmediato. Me refiero en este caso a España y a Argentina. Y como por algo
hay que empezar, me interesa España en su entorno europeo y España en su
entorno iberoamericano.
Mucho he leído sobre el ámbito anglosajón. Un espacio
en el que se lleva reflexionando en torno a la privacidad hace tiempo
probablemente porque las consecuencias que las nuevas tecnologías tienen en la
privacidad se han manifestado antes allí y, en este sentido, nos encontramos con una paradoja
interesante. Una intuición. No tengo datos y habrá que investigar si esta
intuición es cierta o no pero las leyes de protección de datos en el ámbito anglosajón
son más laxas, es decir, hay un trade off entre progreso económico y
privacidad, ante este dilema ellos parecen dispuestos a impedir que la defensa
de la privacidad entorpezca el libre comercio. Este espíritu parece estar
detrás de políticas como la de Facebook y Google en Europa, en especial en lo que en materia regulatoria se refiere.
Sin embargo, en
Europa parecen ser las cosas distintas. Se acaba de aprobar una Directiva de
protección de datos que, según algunos, ha salido bastante atenuada luego de
las presiones de algunos lobbies de empresas tecnológicas pero que, en
cualquier caso, parece ser más protectora que en el ámbito anglosajón. No
obstante esta realidad, los consumidores parecen ser más activos del otro lado
del Atlántico. Varias iniciativas ciudadanas y de consumidores parecen hacer
frente a empresas como Google y Facebook cosa que no hemos visto de forma explícita
en España o en el entorno europeo.
¿Podríamos decir que a mayor protección
legislativa menos impulso ciudadano o por parte de las asociaciones de
consumidores? Y esto me lleva a plantearme y a investigar cómo funcionan las
asociaciones de consumidores en Estados Unidos en torno a este tema y si el "consumerismo" puede ser una buena solución cuando la ley no es suficiente. Una cuestión
de la que hablaré en futuros posts.
De momento, los dejo. Demasiado por hoy y mucho
por hacer. Disfruten de esta primavera con vermuth, con olivas o con lo que se
tercie.
Siempre con filosofía.
Etiquetas: big data, consumerismo, consumidor, Facebook, Mark Zuckerberg, privacidad