Hoy he llegado a saltos a mi
guarida porque tengo un enojo monumental. Contra el mundo y contra muchas
cosas. Es una pena porque el día está hermoso. El azul intenso del cielo. El
verde de los pinos. El ligero olor a chimenea de algunos friolentos que ya se
atreven a poner unos leños. Estaba en la
disyuntiva entre ponerme a descargar mi cabreo escribiendo o tirarme como un
lagarto al sol del otoño. Al final pudo más la primera opción y aquí estoy.
El suicidio de Tiziana Cantone en
Italia
,
los frecuentes casos de acoso escolar ligados a las nuevas tecnologías
,
el llanto descarnado de Paris Jackson (¿será una puesta en escena?)
no son casos aislados sino que constituyen un aspecto más de la privacidad que
no siempre tenemos presente.
Hoy no hablo solamente de la
privacidad como bien económico que estamos regalando a un precio muy barato (ya
sabes que he estado hablando mucho sobre este tema y puedes ver varios artículos
aquí) sino al valor que tiene como repositorio de la dignidad de una persona.
Yo siempre digo que la privacidad
es un activo que sirve para muchas cosas y una de ellas es el refugio. Es la
guarida en donde dejas las máscaras de la sociedad y te dejas llevar por lo que
realmente eres. Puedes usar aquel pijama lleno de bolas o aquellos calzoncillos
con agujeros sin que nadie se ría en tu cara. Parece una estupidez. No estamos
hablando de grandes conspiraciones para conocer tus inclinaciones políticas. Ni
siquiera de que el gobierno te espíe por considerarte un terrorista. Tampoco de
que una empresa se cuele en tu armario para ver qué marca de zapatillas usas.
Hablo de algo mucho más íntimo, banal y,
al mismo tiempo, sagrado.
La privacidad es el derecho a
poder esconder tu vida solo por el mero hecho de que te da la gana. Nada más. Y
eso implica muchas cosas. Entre ellas, que tu nombre no sea insultado ni
diezmado. Que no acosen tu identidad y que no te discriminen.
Históricamente la privacidad era
un privilegio de unos pocos. De aquellos que podían darse el lujo de tener un
castillo alejado de la plebe mientras que las clases menos pudientes debían
acostumbrarse a vivir hacinados y compartiendo habitaciones. Lo que está claro
es que la evolución de la privacidad y su mismo concepto ha estado ligado al
cambio tecnológico
. Parece
haber una relación muy fuerte.
No necesito que me lo diga ningún
historiador. Como consumidor y ciudadano soy consciente de esa realidad. Los malditos móviles. Las redes sociales. El
abaratamiento de las tarifas de Internet. Hay un progreso tecnológico evidente
pero ¿moralmente hemos progresado? ¿Qué está pasando para que
sucedan casos de acoso escolar que terminan en suicidio? ¿O situaciones como
las de Tiziana Cantone en Italia? ¿Estamos dejando de hacer algo muy
importante?
Yo creo que sí. Señores. No
necesito consultar mis tochos filosóficos. Tampoco entrevistarme con expertos
en el tema. Solo necesito algo de sentido común. Hay algo que ha fallado. No
les podemos pedir a las personas que sean buena gente por la cara.
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¿Habrá algún día una buena movilización para pedir que resguarden y cuiden nuestro derecho a la privacidad y en contra del acoso? |
Está claro que la tecnología ha
avanzado pero moralmente seguimos viviendo en el estado de naturaleza. Seguimos
siendo los seres más cazurros y viles cuando estamos en manada. Insultamos,
acosamos, matamos, violamos, humillamos igual que antes. Dirán que hoy estoy en plan oscuro y negativo pero… nadie parece ser bueno por naturaleza sino porque
hay un Leviatán dispuesto a castigar las conductas inmundas. En cuanto ese
Leviatán se desvanece ligeramente —
o tenemos la percepción de que se esfuma—
es cuando sobreviene el caos y la
barbarie y nos volvemos seres abominables.
Señores, es muy fácil volver al
estado de naturaleza. Y no tengo ningunas ganas de volver a ese estado. Así
que, aquí mi humilde contribución. Porque la filosofía no está solo para
criticar lo que hay que cambiar sino para cambiar las cosas para que no
volvamos a ese estado deplorable en donde manda la manada de imbéciles por sobre
la gente buena.
1.
Necesitamos
más informes sobre los hábitos de los jóvenes y los no tan jóvenes con respecto
a la privacidad. Tenemos que saber de primera mano a qué nos estamos
enfrentando. Investigando un poco veo que, a nivel oficial, la última encuesta
sobre hábitos sobre el uso de Internet en jóvenes lo hizo el Ministerio del
Interior en el año…2014
!
Por Dios, eso es el Medioevo en la era de Internet. Señores, no podemos estar
haciendo encuestas a la antigua cada dos años. Hay que hacer un seguimiento por
lo menos anual incluso cambiando los métodos de encuesta o utilizando el big
data en lugar de salir a confeccionar cuestionarios. Debemos plantearnos si el
big data no es una mejor herramienta para conocer a la población que las
encuestas cuantitativas. Se podrían plantear por lo menos algunos focus groups periódicos
en los que creo que se podría ganar más información que en un cuestionario cada
2 años.
2. Necesitamos
cifras sobre cuanta gente se está viendo afectada por la vulneración de su
privacidad. Sin datos no podemos atacar el problema. Este asunto tiene varios
aspectos:
a.
Número de personas a las que les han arrebatado
su identidad.
b.
Venta de datos personales a terceros
c.
Muertes por acoso o ciberbullying.
d.
Número de personas con depresión o síntomas
patológicos por vulneración de sus datos personales.
e.
Robos, maltrato, casos de violencia, secuestros
ligados al compartir los datos personales en redes sociales.
f.
Número de persecuciones a personas inocentes
por delitos que nunca existieron.
3. Con
los datos en la mano, debemos analizar cuáles son los grupos de edad más
vulnerables. A priori y sin datos diría que los más frágiles son los jóvenes y
los ancianos. Lo veo todos los días. Abuelos compartiendo fotos sin ton ni son
de sus nietos en cualquier plataforma. Les hablas de privacidad y te miran con
cara de ¿qué? ¿me estas durmiendo? Los jóvenes en edad escolar también es una
franja complicada por obvias razones pero suma un fenómeno más: el efecto
manada. Si uno acosa, se suma el resto de la clase….y del mundo.
4.
Campañas
en los colegios. Charlas a los chicos. Vale. Esto ya lo lleva haciendo la
Agencia de protección de datos pero charlas a los padres y a las autoridades de
los colegios que lo primero que hacen ante una situación de acoso es ver cómo
se pueden lavar las manos. ¿Y los padres? No se enteran de nada. Esto no se
combate prohibiendo el uso de Internet. Joder, parece de cajón, lo prohíbes y
encontraran la manera de entrar. Son chavales, viven para eso. Más inteligencia
y sentido común a los padres. Más comunicación. La Agencia española de
protección de datos
hace
bastante. Tiene unos premios. Va a los colegios. Fomenta material que pueda
servir para jóvenes, padres y profesores. Pero, ¿es suficiente? ¿Necesitamos más
instituciones implicadas? ¿Personajes públicos? Que alguien me lo cuente porque
no lo sé.
5. Un
perfil más alto de las asociaciones de consumidores. Más campañas. Más
información. Yo sigo las noticias de las principales asociaciones y echo en
falta más compromiso con este tema. Más seguimiento de denuncias. Mas formación
e información para que la gente pueda denunciar.
6. Una
unidad especializada en vulneración de la privacidad. Lo cual podría englobar
desde ciberbullying, acoso en las redes, temas de ventas de datos a terceros
por parte de empresas, control de políticas de privacidad por parte de las
empresas. Una especie de unidad del crimen súper hiper ultra centrada en esto. Como cuando
se abrieron comisarías con agentes especializados en violencia de género.
7. Más
campañas a nivel nacional. Creo que hay que poner este problema al mismo nivel
de la violencia de género o los accidentes de tráfico. Publicidad a lo bestia.
Está probado que funciona con casos reales o lo que se tercie.
Lamentablemente, ahora no estamos
hablando solo de dignidad sino de que hay gente que muere por culpa de una mala
gestión de la privacidad. Es fácil prevenir ciertas conductas. Educando en la
gestión de los datos personales y previniendo el aumento de los acosadores. Son
dos frentes muy distintos pero que deben atacarse en paralelo.
De momento, me quedo acá aunque
podría seguir hasta el infinito. Es un tema que me apasiona pero que me trae a
veces mucha tristeza por las cosas que pasan. Por favor, no volvamos al estado
de naturaleza.
Por Dios, necesito un vermuth y
tirarme a reposar al sol como un lagarto.
Etiquetas: Leviatán, Paris Jackson, privacidad, Tiziana Cantone