Acoso, cyberbullying y derecho a la privacidad: ¿en qué nos estamos convirtiendo?

Hoy he llegado a saltos a mi guarida porque tengo un enojo monumental. Contra el mundo y contra muchas cosas. Es una pena porque el día está hermoso. El azul intenso del cielo. El verde de los pinos. El ligero olor a chimenea de algunos friolentos que ya se atreven a poner unos leños.  Estaba en la disyuntiva entre ponerme a descargar mi cabreo escribiendo o tirarme como un lagarto al sol del otoño. Al final pudo más la primera opción y aquí estoy.
El suicidio de Tiziana Cantone en Italia[1], los frecuentes casos de acoso escolar ligados a las nuevas tecnologías[2], el llanto descarnado de Paris Jackson (¿será una puesta en escena?)[3] no son casos aislados sino que constituyen un aspecto más de la privacidad que no siempre tenemos presente.
Hoy no hablo solamente de la privacidad como bien económico que estamos regalando a un precio muy barato (ya sabes que he estado hablando mucho sobre este tema y puedes ver varios artículos aquí) sino al valor que tiene como repositorio de la dignidad de una persona.
Yo siempre digo que la privacidad es un activo que sirve para muchas cosas y una de ellas es el refugio. Es la guarida en donde dejas las máscaras de la sociedad y te dejas llevar por lo que realmente eres. Puedes usar aquel pijama lleno de bolas o aquellos calzoncillos con agujeros sin que nadie se ría en tu cara. Parece una estupidez. No estamos hablando de grandes conspiraciones para conocer tus inclinaciones políticas. Ni siquiera de que el gobierno te espíe por considerarte un terrorista. Tampoco de que una empresa se cuele en tu armario para ver qué marca de zapatillas usas. Hablo de algo mucho más íntimo, banal y, al mismo tiempo, sagrado.
La privacidad es el derecho a poder esconder tu vida solo por el mero hecho de que te da la gana. Nada más. Y eso implica muchas cosas. Entre ellas, que tu nombre no sea insultado ni diezmado. Que no acosen tu identidad y que no te discriminen.
Históricamente la privacidad era un privilegio de unos pocos. De aquellos que podían darse el lujo de tener un castillo alejado de la plebe mientras que las clases menos pudientes debían acostumbrarse a vivir hacinados y compartiendo habitaciones. Lo que está claro es que la evolución de la privacidad y su mismo concepto ha estado ligado al cambio tecnológico[4]. Parece haber una relación muy fuerte.
No necesito que me lo diga ningún historiador. Como consumidor y ciudadano soy consciente de esa realidad.  Los malditos móviles. Las redes sociales. El abaratamiento de las tarifas de Internet. Hay un progreso tecnológico evidente pero ¿moralmente  hemos progresado? ¿Qué está pasando para que sucedan casos de acoso escolar que terminan en suicidio? ¿O situaciones como las de Tiziana Cantone en Italia? ¿Estamos dejando de hacer algo muy importante?
Yo creo que sí. Señores. No necesito consultar mis tochos filosóficos. Tampoco entrevistarme con expertos en el tema. Solo necesito algo de sentido común. Hay algo que ha fallado. No les podemos pedir a las personas que sean buena gente por la cara.
¿Habrá algún día una buena movilización para pedir que resguarden y cuiden nuestro derecho a la privacidad y en contra del acoso?

Está claro que la tecnología ha avanzado pero moralmente seguimos viviendo en el estado de naturaleza. Seguimos siendo los seres más cazurros y viles cuando estamos en manada. Insultamos, acosamos, matamos, violamos, humillamos igual que antes. Dirán que hoy estoy en plan oscuro y negativo pero… nadie parece ser bueno por naturaleza sino porque hay un Leviatán dispuesto a castigar las conductas inmundas. En cuanto ese Leviatán se desvanece ligeramente o tenemos la percepción de que se esfuma  es cuando sobreviene el caos y la barbarie y nos volvemos seres abominables.
Señores, es muy fácil volver al estado de naturaleza. Y no tengo ningunas ganas de volver a ese estado. Así que, aquí mi humilde contribución. Porque la filosofía no está solo para criticar lo que hay que cambiar sino para cambiar las cosas para que no volvamos a ese estado deplorable en donde manda la manada de imbéciles por sobre la gente buena.
1.       Necesitamos más informes sobre los hábitos de los jóvenes y los no tan jóvenes con respecto a la privacidad. Tenemos que saber de primera mano a qué nos estamos enfrentando. Investigando un poco veo que, a nivel oficial, la última encuesta sobre hábitos sobre el uso de Internet en jóvenes lo hizo el Ministerio del Interior en el año…2014[5]! Por Dios, eso es el Medioevo en la era de Internet. Señores, no podemos estar haciendo encuestas a la antigua cada dos años. Hay que hacer un seguimiento por lo menos anual incluso cambiando los métodos de encuesta o utilizando el big data en lugar de salir a confeccionar cuestionarios. Debemos plantearnos si el big data no es una mejor herramienta para conocer a la población que las encuestas cuantitativas. Se podrían plantear por lo menos algunos focus groups periódicos en los que creo que se podría ganar más información que en un cuestionario cada 2 años.

2.       Necesitamos cifras sobre cuanta gente se está viendo afectada por la vulneración de su privacidad. Sin datos no podemos atacar el problema. Este asunto tiene varios aspectos:

a.       Número de personas a las que les han arrebatado su identidad.
b.      Venta de datos personales a terceros
c.       Muertes por acoso o ciberbullying.
d.      Número de personas con depresión o síntomas patológicos por vulneración de sus datos personales.
e.      Robos, maltrato, casos de violencia, secuestros ligados al compartir los datos personales en redes sociales.
f.        Número de persecuciones a personas inocentes por delitos que nunca existieron.

3.       Con los datos en la mano, debemos analizar cuáles son los grupos de edad más vulnerables. A priori y sin datos diría que los más frágiles son los jóvenes y los ancianos. Lo veo todos los días. Abuelos compartiendo fotos sin ton ni son de sus nietos en cualquier plataforma. Les hablas de privacidad y te miran con cara de ¿qué? ¿me estas durmiendo? Los jóvenes en edad escolar también es una franja complicada por obvias razones pero suma un fenómeno más: el efecto manada. Si uno acosa, se suma el resto de la clase….y del mundo.
4.       Campañas en los colegios. Charlas a los chicos. Vale. Esto ya lo lleva haciendo la Agencia de protección de datos pero charlas a los padres y a las autoridades de los colegios que lo primero que hacen ante una situación de acoso es ver cómo se pueden lavar las manos. ¿Y los padres? No se enteran de nada. Esto no se combate prohibiendo el uso de Internet. Joder, parece de cajón, lo prohíbes y encontraran la manera de entrar. Son chavales, viven para eso. Más inteligencia y sentido común a los padres. Más comunicación. La Agencia española de protección de datos[6] hace bastante. Tiene unos premios. Va a los colegios. Fomenta material que pueda servir para jóvenes, padres y profesores. Pero, ¿es suficiente? ¿Necesitamos más instituciones implicadas? ¿Personajes públicos? Que alguien me lo cuente porque no lo sé.   
5.       Un perfil más alto de las asociaciones de consumidores. Más campañas. Más información. Yo sigo las noticias de las principales asociaciones y echo en falta más compromiso con este tema. Más seguimiento de denuncias. Mas formación e información para que la gente pueda denunciar.
6.       Una unidad especializada en vulneración de la privacidad. Lo cual podría englobar desde ciberbullying, acoso en las redes, temas de ventas de datos a terceros por parte de empresas, control de políticas de privacidad por parte de las empresas. Una especie de unidad del crimen súper hiper ultra centrada en esto. Como cuando se abrieron comisarías con agentes especializados en violencia de género.
7.       Más campañas a nivel nacional. Creo que hay que poner este problema al mismo nivel de la violencia de género o los accidentes de tráfico. Publicidad a lo bestia. Está probado que funciona con casos reales o lo que se tercie.
Lamentablemente, ahora no estamos hablando solo de dignidad sino de que hay gente que muere por culpa de una mala gestión de la privacidad. Es fácil prevenir ciertas conductas. Educando en la gestión de los datos personales y previniendo el aumento de los acosadores. Son dos frentes muy distintos pero que deben atacarse en paralelo.

De momento, me quedo acá aunque podría seguir hasta el infinito. Es un tema que me apasiona pero que me trae a veces mucha tristeza por las cosas que pasan. Por favor, no volvamos al estado de naturaleza.
Por Dios, necesito un vermuth y tirarme a reposar al sol como un lagarto.



[1] Fuente: http://www.elmundo.es/sociedad/2016/09/15/57da8200e2704ed91a8b4578.html
[2] Puedes ver varios testimonios de El objetivo acoso escolar, aquí http://www.atresplayer.com/television/programas/el-objetivo/temporada-5/capitulo-3-acoso-escolar_2016091600801.html
[3] Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/09/16/icon/1474025647_394509.html
[4] Puedes consultar este interesante paper solo la historia de la privacidad Holvast, J. (2008, September). History of privacy. In IFIP Summer School on the Future of Identity in the Information Society (pp. 13-42). Springer Berlin Heidelberg.
[5] Fuente: http://www.interior.gob.es/documents/10180/2563633/Encuesta+sobre+h%C3%A1bitos+de+uso+y+seguridad+de+internet+de+menores+y+j%C3%B3venes+en+Espa%C3%B1a/b88a590a-514d-49a2-9162-f58b7e2cb354
[6] En la página de la AEPD puedes ver las distintas iniciativas que tienen para concienciar en el tema de la privacidad. http://www.agpd.es/portalwebAGPD/index-ides-idphp.php

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