El autor como promotor de las empresas tecnológicas: productividad del trabajo, best sellers y supersalarios (2)

Seguimos hablando sobre los autores, los libros y el consumo cultural.

Si te perdiste la primera parte, puedes leerla acá

Por favor, con lo que he dicho en la primera entrega no quiero desmerecer a los exitosos. A lo que les va bien. Me parece genial que alguien pegue un pelotazo. Pero seamos conscientes de hacia dónde nos lleva un sistema que empuja a los autores a ser comisionistas baratos y precarios de las empresas tecnológicas. Y lo digo siendo un canguro que consume Amazon y otras plataformas pero no debemos olvidar que ser un consumidor y ciudadano vigilante y exigente es lo mínimo que podemos hacer.
Y volviendo a Amazon.  Hace poco se falló el Premio Amazon (en la que ganó un argentino al que felicito Cristian Perfumo), una iniciativa, polémica para muchos[1] y que si lees las bases, prima el criterio comercial. No hay queja posible, lo dicen de antemano.
Es decir, en la primera vuelta la misma empresa Amazon hace una selección basada en criterios comerciales antes de pasar al jurado. ¿Será casualidad que las obras finalistas hayan sido los títulos más vendidos? Es decir, se premia la capacidad del autor para generar en un corto período de tiempo ventas y comentarios positivos a su obra, de manera que puedan pasar a la gran final. Otro tanto pasa con las plataformas de crowdfunding. ¿Premiamos al que menos lo necesita? ¿Se trata de promover obras que tienen dificultades para llegar a ver la luz? ¿Se trata de diversificar la oferta cultural?
No, señores, se trata de ser rentables. Amazon y otras empresas tecnológicas quieren ser rentables y el Premio Amazon es un recurso baratísimo. Un premio de 5000 dólares a cambio de miles de autores autopublicados haciéndole propaganda a Amazon. Como modelo de negocio es bestial.
 No lo critico señores. Simplemente lo pongo de manifiesto. Y lo digo.
Otras plataformas ofrecen promoción gratis a los autores a cambio de que les consigas usuarios nuevos. Un especie de trueque.
Por último, me gusta recorrer las góndolas de los supermercados. Me alegra ver cada vez más libros. Para los que no tenemos tiempo es genial poder comprar un kilo de tomates junto con un best seller. Estamos en lo mismo. Si ves los libros que se ofertan. Están los más vendidos. Es decir, el que menos lo necesita goza de algo fundamental para las ventas: la distribución. De vuelta, no lo critico.
Es como si el esfuerzo inicial generara una renta. Cada unidad de trabajo adicional se paga mejor. ¿Les suena? ¿Sigue funcionando la teoría de la productividad marginal del trabajo?
La góndola de supermercado y los superventas. ¿Son superventas porque están en la góndola o están en la góndola porque son superventas?

Solo constato que este capitalismo cultural fomenta la concentración y el círculo virtuoso de los que más venden.
Y todo esto me hace volver al tema de la libertad y el big data. ¿Somos realmente libres? ¿Vamos hacia una democratización en el acceso a la cultura o todo lo contrario? Ya lo dije en mi estudio La privacidad del consumidor en la era del big data
“Si las empresas son capaces de predecir nuestros gustos con bastante certeza a través de los algoritmos de recomendación y otras técnicas avanzadas que se basan en la misma información que provee el consumidor en una dinámica circular donde la información va incesantemente entre consumidores y empresas, ¿dónde está la línea divisoria entre los gustos reales del consumidor y lo que realmente la empresa sugiere? Como señala Lawrence Lessig (2006), el sistema extrae un patrón a partir de los datos de los consumidores y ese patrón vuelve al mercado en forma de bienes. Es decir, las mismas opciones de las empresas refuerzan ese patrón y así hasta el infinito. En este caso, la dimensión de la falta de libertad es más sutil.
Sí, parece que elegimos pero no está claro que seamos capaces de ejercer esas decisiones de forma libre. Una sociedad en la que las empresas conocen la mente humana a la perfección no parece que sea una sociedad donde reine el libre albedrío.”
Por último, quiero citar una vez más a Piketty. El economista experto en desigualdad lo deja claro. Puede que te hayas esforzado mucho. Tengas talento y logres que tu obra, tu emprendimiento, tu iniciativa pegue el pelotazo pero toda la ganancia posterior va en relación a ese éxito inicial, potenciando aún más la desigualdad del ingreso.
Tanto Piketty como Taleb hablan del azar y de sistemas donde se “premia la suerte inicial” (Para más información sobre desigualdad del ingreso y súper salarios puede leer el artículo del Canguro Las trampas de la meritocracia  a propósito de la obra de Piketty).
Devuelta. Felicito a los exitosos. A los superventas. A todos aquellos que son felices. Yo mismo soy un afortunado que ha sobrevivido en la cadena evolutiva (estuvo a punto de comerme un tigre) y ha podido descubrir los beneficios del vermuth y de las olivas.
¿Estás de acuerdo con el artículo? ¿Tienes alguna experiencia similar? ? ¡Cuéntanos!  
¡Salut y feliz invierno!







[1] Puedes leer algunos artículos interesantes sobre el tema como El concurso Amazon y el sueño americado de Nina Peña Pitarch o La polémica de los autores indies en el blog Estandarte. Hay muchos más, es cuestión de googlear.  

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