El reciente escándalo de Facebook
y Cambridge Analítica ha suscitado una vez más un interesante debate en torno a
la privacidad.
Al margen del daño que pueda
hacer esto a la empresa, ya sabemos que hay gente que está mudando su
interacción y su bolsa de datos sensibles a plataformas más amigables y “privadas”
como WhatsApp o Instagram. La mala noticia es que ambas pertenecen a Facebook
lo cual no deja de ser una apuesta lógica: dejas que se muera Facebook, que se
desprestigie. Qué más da: siempre estarán los competidores que Facebook con
buen tino se ha decidido a comprar. A lo que quiero llegar es que el que piense
que está a salvo cancelando su cuenta de FB y manejándose con WhatsApp o
Instagram, está equivocado. Pero vamos al grano.
En este blog venimos hablando de
este tema largo y tendido sobre big data, privacidad y control de la
información (puedes leer todo lo que he escrito sobre
privacidad y
big data). Sin embargo, hoy quiero poner el foco, una vez más, en un asunto
del que no se ha hablado mucho: la defensa de los consumidores. He visto que la
OCU ha enviado junto a otras organizaciones europeas de defensa del consumidor,
una
carta a Facebook pidiendo explicaciones. En concreto, les interesa saber
hasta qué punto los consumidores europeos se han visto afectados por esa fuga
de datos.
Al margen de lo que diga FB, se
dispara un debate interesante en torno a este tipo de empresas tecnológicas en
donde su principal materia prima son los datos de sus clientes. Facebook,
Google, Amazon. ¿Qué más tienen en común? No solo que manejan datos sino que
son monopolios, requisito indispensable para su negocio (si la información
estuviera atomizada en muchas empresas no se podría hacer big data, puedes leer
mi artículo
Privacidad
y monopolios: dos caras de la misma moneda en donde abordo esta
cuestión).
Y yo me pregunto, ¿no afectan
estas empresas con su comportamiento derechos fundamentales de los usuarios?
¿No se han convertido en parte de nuestro patrón de consumo cotidiano e
indispensable como antes lo fue el teléfono o lo es ahora el agua y el gas? ¿Podríamos
estar hablando de empresas que por su carácter monopólico y por disponer de
material sensible requieren de un tipo de control especial como antiguamente
lo tenían los exmonopolios naturales? Piense en un dato no menor: más de la
mitad de la cuota de mercado de la publicidad online está en manos de solo dos
empresas, Facebook y Google
.
Señores, no basta con que haya una
asociación de consumidores enviando cartas enojosas a Facebook. Yo estoy
hablando de un organismo público, a la manera de los viejos entes reguladores,
que controle las prácticas de este tipo de empresas que yo considero que son de
interés de general. Pero vayamos un poco atrás en la historia.
La Comisión Europea habla de
bienes de interés general a aquellos que cada país considera esenciales como
los transportes, las telecomunicaciones, la policía
.
Estos servicios públicos se han ido liberalizando en todo el mundo asumiendo el
sector privado en muchos casos la gestión y el cobro. Esto ha suscitado que
surgieran organismos públicos que controlen a esas empresas privadas que se
dedican a ofrecer servicios públicos esenciales para el ciudadano.
Cada país ha lidiado de diferente manera con
este asunto pero todo parece apuntar a que se ha prestado demasiado énfasis a
la defensa de la competencia (con resultados pobres, a mi juicio) mientras que
se han dejado de lado aspectos concretos de defensa del consumidor.
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Fuente: opensource Facebook: the privacy saga continues. |
Veamos el caso de las
telecomunicaciones. Se empezó una ola de privatizaciones y liberalizaciones a
mediados de los ochenta y noventa que culminó con un modelo en el que a este
sector se le asignaron “cargas”. Es decir, cualquier intervención de control
por parte del Estado debía hacerse de forma indirecta.
Es decir, estableciendo objetivos concretos
de esas empresas y sabiendo de antemano cómo se va a lograr ese “interés
general” que se busca con este tipo de servicios
.
Para lograr ese cometido, se crearon
organismos autónomos de control como la Comisión del Mercado de las
Telecomunicaciones y otros afines a los sectores que controlaban como la
Comisión Nacional del Sector Postal o el Consejo Estatal de Medios Audiovisuales.
Todos estos organismos fueron fusionados en el año 2013 en un solo mega organismo
llamado Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia
que años después está en entredicho por el temor a posibles injerencias
políticas.
Pero ¿a qué viene toda esta
perorata? A que necesitamos un ente regulador, chiquitito, a mano,
ultraespecializado que defienda los intereses de los consumidores de empresas
tecnológicas. Un ente experto en temas tecnológicos que supervise a este tipo
de empresas. No me vale con el mega regulador burocrático de la Comisión Nacional de los Mercado y la
Competencia en el que se sientan funcionarios trajeados que creen que una start up es una nueva ensalada del VIPS
y que piden a sus secretarias que le sirvan el café y el agua.
Intuyo que a lo mejor, tendremos que dejar esta labor en manos de
gente más joven. O puede que tengamos que reclutar un par de hackers éticos que
estén realmente en el ajo ¿Cuántos
expertos hay en temas tecnológicos que sepan supervisar y diseñar políticas que
impidan que estas empresas hagan lo que quieran con los datos?
Señores, estas empresas tienen
más datos que Hacienda. Son capaces de inferir
nuestro patrón de consumo con bastante certeza. Esto, lejos de
escandalizarnos, debe hacernos conscientes de que debemos tener un organismo
público que supervise empresas que ya están siendo esenciales en nuestras
vidas. Yo no quiero demonizarlas. Yo soy usuario de ellas pero no quita que
pueda decir que necesitamos más controles.
Entiendo que siempre está el
fantasma de las puertas giratorias, es decir, del conflicto de intereses entre
miembros de este tipo de organismos y empresas privadas pero debemos abrir el
debate en torno a si es viable un organismo regulador ultraespecializado que
luche, no ya por la competencia, esa ya es una batalla perdida dado el carácter
intrínseco de este tipo de bienes intangibles, sino por defender lo más sagrado
que tienen los consumidores: sus datos.
Considero fundamental que en este
tipo de entes reguladores, las asociaciones de consumidores tengan un papel de liderazgo fuerte. No sé si esto ya existe en
otros ámbitos.
De momento, los dejo. Tengo que seguir pensando en este asunto. Tómese un vermut esta semana
santa. Pásela bien. Y no beba si va a conducir.
Etiquetas: bienes intangibles, big data, datos, entes reguladores, Facebook, monopolio, privacidad, protección de datos