Trabajo visible y trabajo invisible: hacia una nueva mirada de la economía feminista


Hay algunos temas recurrentes en este blog. El mundo del trabajo. La condición de la mujer. La historia. Pero en este caso, me quiero enfocar en la ciencia y concretamente en la ciencia económica. ¿Hasta qué punto el género determina los temas que se estudian, las políticas económicas que se piensan y las inquietudes del pueblo llano?
Para ello, corremos a las voces que saben pero también al ciudadano común o, en este caso, a la ciudadana que vive día a día lo que significa ser mujer. Esa ciudadana no necesita de estudios de feministas ni de catedráticos, su realidad está plasmada en el día a día y creo que esa visión tiene mucho o más que aportar que la del estudioso/sa.
Las miles de amas de casas que no ven su trabajo reconocido, las asistentas, las cuidadoras de personas y todo aquel personal que se dedica a la educación y a los cuidados y que en su mayoría, está en manos de mujeres pueden aportar una mirada a la ciencia económica que creo que está faltando. Por ejemplo, según los datos del Centre for time use[1], las mujeres en España ocupan bastantes más horas que los hombres en tareas domésticas, situación que se agrava con la llegada de los niños. Parece ser que hay una fuerte correlación entre políticas de conciliación laboral y desigualdad. Aquellos países en donde hay más apoyo a la maternidad, menos se resienten las carreras de las mujeres. O podríamos decir que hay menos incentivos a dejar el trabajo. 
Hay un aspecto clave en todo este asunto. El sistema empuja al miembro que gana menos a pensarse dos veces si quiere trabajar fuera de casa. Cada vez compensa menos pero al mismo tiempo, nos otorga la falsa idea de que cualquier trabajo que no sea en una oficina no  es un trabajo formal. En efecto, las estadísticas siguen sin ofrecer una imagen clara de ese trabajo invisible que es, en realidad, imprescindible para que exista el trabajo visible. ¿Qué se puede hacer para que las políticas públicas vayan en otro sentido?
Algunos economistas postulan que puede que el problema esté en la ciencia económica. ¿Cómo podemos esperar políticas progresistas cuando la ciencia económica está en su mayoría en manos de hombres?
En esta línea va Women and economics, un artículo de Soumaya Keynes que salió en The economist (sí, la sobrina nieta de John Maynard Keynes) en el que postula algunas ideas interesantes. Por ejemplo, que esa falta de diversidad de género distorsiona el desarrollo intelectual de una disciplina que debiera apuntar a resolver los problema de la gente, incluidos los de las mujeres.  Todo parece apuntar a que la gente investiga en base a sus propias experiencias (¿han conocido a algún teórico hombre dedicado a estudiar el feminismo? Si es así, chiflen.) 
Por eso sería deseable una mayor representación de mujeres economistas ya que los hombres no parecen estar interesados en estudiar las disparidades de género. Tal como remarca Soumaya Keynes, casi todo el trabajo de investigación en la materia está hecho por mujeres. En efecto, las mujeres economistas naturalmente se inclinan por estudios en donde las personas son las protagonistas, en sub-disciplinas como salud, educación, empleo. Este parece ser el problema principal desde el punto de vista de la economía feminista[2]. Mientras no haya mujeres economistas no podremos tener una mirada más rica sobre los problemas de las mujeres.
En efecto, parece ser  que el desbalance de género en las ciencias económicas es bastante mayor que en otras ciencias sociales.
Publicidad sexista de los años sesenta. Impactante.

Pero quiero ir más allá. En el fondo, subyace un conflicto, no solo entre los derechos las mujeres y los derechos de los hombres sino entre un tipo de trabajo invisible e imprescindible y otro “bien visto” en el que se va a la oficina y se cobra un salario. 
El debate está en el conflicto entre dos formas de ver la economía laboral. Y así nos encontramos ante una sociedad que desprecia o desprestigia un trabajo que considera que no tiene valor porque no está bien pagado. 
Este asunto distorsiona, yo creo, a parte del movimiento feminista, al catalogar a las defensoras de la mujer a las que traen un salario a casa, despreciando de alguna manera a aquellas personas que se dedican a trabajos no remunerados (o peor remunerados). 
¿Es más feminista traer un salario a casa o hacer todo lo posible para que entre un salario a casa, es decir cuidar a los niños, mantener la casa para que otro miembro de la familia pueda traer un salario a casa independientemente de que sea hombre o mujer? Creo que el día en que ese debate se abra de verdad podremos avanzar sobre el tipo de mercado de trabajo que tenemos y sobre cuáles deben ser las prioridades de una sociedad. 
El común de la gente sigue pensando que las personas que trabajan en casa en realidad no trabajan porque no van a la oficina o porque no cobran un salario mensual. 
Mercedes d’Alessandro lo deja claro en su último libro Economía feminista: como construir una sociedad igualitaria (sin perder el glamour)  

¿En qué trabajan tus padres? Mi papá es ingeniero y mi mamá no trabaja, es ama de casa.” Esta era una típica respuesta que se podía escuchar en los sesenta (hoy también, pero menos seguido). En gran parte del mundo fue esa la época en que las mujeres empezaron a incorporarse masivamente al mercado laboral. Y aquí es donde está uno de los principales puntos de conflicto: la idea de que ser ama de casa implica un no-trabajo. Las horas lavando y planchando, poniendo medias, sacando piojos, preparando la cena, llevando a la tía vieja al médico… todo eso aparece como tareas que le corresponden a las mujeres por el solo hecho de serlo, como si fuera parte de su naturaleza, una especie de atributo natural de la feminidad.(versión Kindle, no aparece número de página)[3]

Y para alejarme del debate hombres versus mujeres y centrarme más en el trabajo remunerado vs el no remunerado,  Alexander von Humboldt[4], el naturalista alemán que revolucionó el estudio de la botánica, la climatología y la ciencia en general (del que hablaré en próximas entradas) sufragó casi todas sus campañas con la herencia de su padre. Nadie estaba dispuesto a costear sus empresas que incluían expediciones a lugares remotos, recolección de material, escritura y edición de sus libros que fueron muchos. Logró fama y reconocimiento pero no dinero. Trabajaba día y noche y todo lo que hacía cuando no estaba de viaje era compartir conocimiento. Ayudar a otros a que investigaran. Incluso prestaba dinero que no tenía. Su obra influyó en toda una generación de naturalistas que vinieron después como Darwin. 
Desde el punto de vista del mercado, su trabajo no tenía valor. No podía vivir de su talento. Pudo sobrevivir gracias al estipendio del rey de Prusia que le pagaba un salario sin nada a cambio. Si hubiese decidido que su oficio no tenía “salida laboral” posiblemente nos hubiésemos perdido un gran aporte a la ciencia y, también, al capitalismo. 
Creo que estos ejemplos nos deben hacer reflexionar sobre por qué el capitalismo, y muchas personas, desdeñan profesiones y oficios que están al margen del mercado pero que son cruciales para el mercado.
Señores, no puedo decirlo más claro: tener hijos no tiene salida laboral, hacer ciencia no tiene salida laboral, limpiar casas, escribir, planchar, no tiene salida laboral, cuidar niños, enfermos, educar no tiene salida laboral, sin embargo, todas estas profesiones son cruciales para que el capitalismo siga funcionando. 
Les dejo de momento. Viene la furia mundialista y creo que dedicaré mis pocas neuronas a los suplementos de deportes y al fútbol.
Disfruten.




[1] Estudio realizando en 2014. Se trata de una encuesta que compara la situación de la mujer en varios países. Nos basamos en los datos analizados en El diario.es.  
[2] Para más información leer uno de los textos fundacionales de la Economía feminista.
Ferber, M. and J. Nelson, eds. 2003. Feminist Economics Today: Beyond Economic Man, Chicago: University of Chicago Press.

[3] D’Alessandro Mercedes (2017): Economía feminista: como construir una sociedad igualitaria (sin perder el glamour). Sudamericana.  
[4] Sobre la interesante vida de Humboldt recomiendo la entretenida biografía de Andrea Wulf, La invención de la naturaleza.

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