Una reflexión sobre el feminismo inglés de principios del siglo XX: sobre la maternidad, los niños y el dinero (2)


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Florence Ada Keynes (madre del economista John Maynard) ya había tenido a sus hijos y se reincorporó a su trabajo feliz. Estar en casa estaba bien pero la verdadera vida para ella estaba fuera. Florence representaba la confianza que cierto sector del anglicanismo depositó en la educación de las mujeres. A pesar de que su padre John Brown era reverendo no dudó en fomentar la educación de su hija a la que envió a Newham Hall, una de las residencias femeninas en donde, oh casualidad, ¿Quién estaba dando clases?, pues ni más ni menos que Neville, su futuro marido. Como verás, no se inventaron ayer los romances entre profesores y alumnas. Y, siguiendo el ejemplo de su gran amigo y colega Marshall (sí, uno de los padres de la microeconomía moderna) se terminó casando con su alumna después de un noviazgo lleno de inseguridades e hipocondrías por parte de Neville. Vamos, el padre de Keynes era un pesado en toda regla que atormentaba a su novia constantemente a la que encontraba, por momentos, insensible,  inconstante y desagradecida[1]. El matrimonio empezó bien pero de forma poco común. Como nota bizarra solo comento que Neville, que debía separarse de su madre para casarse con Florence, le ofreció un viaje de despedida a su propia madre. Con lo cual ella y su retoño recorrieron Europa. Una suerte de luna de miel al revés. Florence no objetó nada. Por lo menos había impedido que la suegra se fuera a vivir con ellos, como era el plan original.   
Podemos inferir que Florence llegaba al COS de Cambridge casi corriendo de alegría. En ese ámbito se disipaban las amarguras y todo era energía e impulso por cambiar las cosas. Y fue en el año 1903 que se entrevistó con Eglantyne de la que tuvo una muy buena impresión. Le pareció linda con sus rizos rojos y además la vio llena de ilusión así que le encargó que hiciera un relevamiento de todas las iniciativas de caridad que hubiera en Cambridge, trabajo que nadie había hecho hasta entonces y, poco a poco, Eglantyne empieza a hacer reports para Florence sobre la situación de la ciudad hasta el punto de pensar que los COS deben cumplir el rol de entrenar a los jóvenes para que puedan ayudar en su comunidad. Y este asunto le lleva tres años. Florence se impacienta y no entiende la meticulosidad de su subordinada pero finalmente todo concluye con la publicación del libro Cambridge: A brief study in social questions[2] en el que esboza las condiciones de vida de una ciudad que pasó de ser rural a urbana en muy poco tiempo. Y en el que no hubo a la par una mejora y extensión del parque habitacional provocando situaciones de falta de higiene y salud en una gran población.
Aquí ya tenemos rastro de Margaret Keynes. Florence le pide a Eglatyne que por favor entrene a su hija de 22 años[3] y le enseñe los secretos de su oficio. Y vaya si lo hizo. Las dos trabajan a la par y su alumna aprende rápido. En efecto, tanto Florence como Margaret  ayudan a Eglantyne con su libro. Y en ese ir y venir de capítulos leídos la amistad entre las dos chicas se estrecha. Se cartean, viajan. Andan en pony con amigas y descansan. En vez de chats hots, tenemos una correspondencia pasional e intensa (más tarde Margaret dirá que las cartas más comprometedoras las había quemado). Las chicas están enamoradísimas y encima trabajando de lo que les gusta. El mundo perfecto.
Hasta que pasa algo con sus respectivas madres.
La madre de Eglantyne, ya viuda, se enferma y decide que Cambridge no es un buen lugar para vivir y se enfrasca en un tour por distintos balnearios de Europa en los que empuja a su hija a seguirla.  A Eglantyne le espeluzna la idea pero siente que tiene que acompañar  a su madre. Para matar el tiempo,  empieza a escribir una novela mientras se manda cartas de amor con Margaret.
Margaret Keynes era varios años menor que Eglantyne y había crecido un poco a la sombra de sus dos hermanos. Ellos habían seguido el camino académico mientras que a ella, obvio, la mandaron a estudiar jardinería y arte. Un clásico de la época. Sin embargo, Margaret hereda las inquietudes sociales de la madre, Florence, que no duda en meterla en el COS de Cambridge (amiguismo, señores, aunque en este caso un amiguismo bien usado). Margaret se apasiona por la ayuda social y empieza a estudiar por su cuenta mientras que abandona la jardinería por la encuadernación de libros, un oficio que le venía fenomenal para ayudar a sus amigos y a ella misma. Su timidez e inseguridad desaparece y gracias a Eglantyne logra apasionarse por algo con soltura.
Y en este contexto, vemos que aunque Eglantyne es libre (no quiere casarse) se espera de ella que acompañe a su madre y la cuide. En este sentido, es esa fuerte amistad con Margaret lo que la salva en caer en el abismo de la vida doméstica.
Fuente: http://the-history-girls.blogspot.com/2014/05/eglantyne-jebb-woman-who-saved-children.html 

Sin embargo, en la casa de Keynes también hay problemas. Mientras sus dos hermanos gozan de una libertad que no tiene ella (recordemos que vivían por su cuenta y Maynard estaba en pleno affaire con el pintor Duncan Grant) Florence empieza a ver con muy malos ojos la excesiva correspondencia de su hija y Eglantyne. La madre supervisa a sus amigos y la sigue de cerca, piensa que es hora de casarse y habla con su hija. No puede seguir tonteando con esa mujer mayor que está obsesionada con su hija. Es paradójico porque en esa misma época Maynard casi se confiesa con su madre y con su hermana. Lo sabemos por una carta que le escribe a Duncan, su amante: “he tenido una horrible conversación sobre el matrimonio con mi madre y Margaret y prácticamente he tenido que admitir lo que soy” (p.246)[4]. Sin embargo, Florence amó con devoción a su hijo al que no le exigió que cambiara de vida.
Pero volvamos a Eglantyne y Margaret. La historia de amor entre ellas duró hasta que Margaret se comprometió con A.V Hill (futuro premio nobel) y en entrevistas posteriores que concedió dio a entender que había una gran obsesión por parte de Eglantyne (incontrastable, los muertos no pueden defenderse). En cualquier forma, Eglantyne sufrió mucho esta separación y decidió que lo mejor era enfocarse en el trabajo. El mismo año de la boda de Margaret, Eglantyne decide irse a los Balcanes como parte del Fondo de Ayuda Macedonio que estaban ya en guerra. Este viaje fue demoledor para ella. Vio la miseria de los chicos en primera persona y posiblemente fue el germen de Save the children. A su vuelta se vuelca de lleno en recaudar dinero para los chicos víctimas de la Primera Guerra Mundial que acababa de comenzar. Incluso es encarcelada por repartir folletos con fotos de niños hambrientos (ver imagen adjunta). Pero hay que esperar a que termine la guerra para que las hermanas Dorothy y Eglantyne se decidan a fundar Save the children que sigue funcionando hasta el día de hoy.
 A Eglantyne no se le conocieron más amores. Supo adaptarse a los tiempos en los que la mujer despertaba en lo que a derechos se refiere pero que todavía era sospechosa de muchas cosas. Y como broche oro, poco antes de morir escribe la Declaración Internacional de los Derechos del niño en el marco de la Sociedad de las Naciones.
Muchas enseñanzas nos deja la vida de estas dos mujeres. Aquí, unas humildes conclusiones.

·         Las mujeres tienen que demostrar mucho para triunfar.
·       Se espera de ellas que cuiden a otro. Si se casan, al marido y a los hijos. Si quedan solteras, deben cuidar a la madre. Recordemos que todavía en el siglo XXI, las mujeres siguen siendo mayoría en las profesiones de enfermería, servicio doméstico, niñeras y maestras de primaria y educación infantil).
·  Cuando hay suerte, dependen de maridos y padres benévolos que le dan ese lugar de preponderancia.
·         El matrimonio y los hijos entorpece la vida laboral de las mujeres, no así la de los hombres.
·       La mirada de las madres tiene un peso importante en las decisiones que toman hijos e hijas (lamentablemente los padres pintan poco).
·         El dinero sigue siendo un factor determinante en esa emancipación de la mujer. Por eso sigo reivindicando ese lazo entre desigualdad económica y derechos de la mujer. Cuando una sociedad se empobrece, las mujeres (y los niños) pagan el pato en mayor medida. Son menos libres para irse, empezar una nueva vida, etc.

En España se estima que entre un 10% y 20% de los niños ha sido víctima de abusos infantiles. ¿Quién protege a los chicos? James Rodhes fue la cara visible del impulso a la nueva Ley de Protección integral frente a la Violencia contra la Infancia[5]  que peligra si no se aprueba con carácter de urgente su discusión en el Congreso.
Hace exactamente 100 años, una mujer que nunca tuvo hijos, se dio cuenta de que los niños son siempre el eslabón más débil cuando hay guerras y pobreza estructural. Fueron mujeres las fundadoras de Save the children y no es casual. Ella son las que cuidan. Ellas ven de cerca crecer a los pequeños.
Y ese lazo invisible actúa como un yunque que pesa como mil demonios pero también es una fuerza arrolladora que actúa como una apisonadora cuando de verdad hay ganas de cambiar las cosas.

Contra viento y marea.



[1] Skidelsky, 57.
[2] Aquí puedes consultar el libro online.
[3] Fuente: Mahood L. Feminism and voluntary action: Eglantyne and Save the children
[4] Fuente: Sidelsky, Robert. Keynes. La biografía definitiva del economista más influyente de nuestro tiempo. RBA. 2013

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