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Florence
Ada Keynes (madre del economista John Maynard) ya había tenido a sus hijos y se
reincorporó a su trabajo feliz. Estar en casa estaba bien pero la verdadera
vida para ella estaba fuera. Florence representaba la confianza que cierto
sector del anglicanismo depositó en la educación de las mujeres. A pesar de que
su padre John Brown era reverendo no dudó en fomentar la educación de su hija a
la que envió a Newham Hall, una de las residencias femeninas en donde, oh
casualidad, ¿Quién estaba dando clases?, pues ni más ni menos que Neville, su
futuro marido. Como verás, no se inventaron ayer los romances entre profesores y
alumnas. Y, siguiendo el ejemplo de su gran amigo y colega Marshall (sí, uno de
los padres de la microeconomía moderna) se terminó casando con su alumna
después de un noviazgo lleno de inseguridades e hipocondrías por parte de
Neville. Vamos, el padre de Keynes era un pesado en toda regla que atormentaba
a su novia constantemente a la que encontraba, por momentos, insensible, inconstante y desagradecida. El
matrimonio empezó bien pero de forma poco común. Como nota bizarra solo comento
que Neville, que debía separarse de su madre para casarse con Florence, le
ofreció un viaje de despedida a su propia madre. Con lo cual ella y su retoño
recorrieron Europa. Una suerte de luna de miel al revés. Florence no objetó
nada. Por lo menos había impedido que la suegra se fuera a vivir con ellos,
como era el plan original.
Podemos
inferir que Florence llegaba al COS de Cambridge casi corriendo de alegría. En
ese ámbito se disipaban las amarguras y todo era energía e impulso por cambiar
las cosas. Y fue en el año 1903 que se entrevistó con Eglantyne de la que tuvo
una muy buena impresión. Le pareció linda con sus rizos rojos y además la vio
llena de ilusión así que le encargó que hiciera un relevamiento de todas las
iniciativas de caridad que hubiera en Cambridge, trabajo que nadie había hecho
hasta entonces y, poco a poco, Eglantyne empieza a hacer reports para Florence
sobre la situación de la ciudad hasta el punto de pensar que los COS deben
cumplir el rol de entrenar a los jóvenes para que puedan ayudar en su
comunidad. Y este asunto le lleva tres años. Florence se impacienta y no
entiende la meticulosidad de su subordinada pero finalmente todo concluye con
la publicación del libro Cambridge: A
brief study in social questions
en el que esboza las condiciones de vida de una ciudad que pasó de ser rural
a urbana en muy poco tiempo. Y en el que no hubo a la par una mejora y
extensión del parque habitacional provocando situaciones de falta de higiene y
salud en una gran población.
Aquí
ya tenemos rastro de Margaret Keynes. Florence le pide a Eglatyne que por favor
entrene a su hija de 22 años y
le enseñe los secretos de su oficio. Y vaya si lo hizo.
Las dos trabajan a la par y su alumna aprende rápido. En efecto, tanto Florence
como Margaret ayudan a Eglantyne con su
libro. Y en ese ir y venir de capítulos leídos la amistad entre las dos chicas
se estrecha. Se cartean, viajan. Andan en pony con amigas y descansan. En vez
de chats hots, tenemos una correspondencia pasional e intensa (más tarde
Margaret dirá que las cartas más comprometedoras las había quemado). Las chicas
están enamoradísimas y encima trabajando de lo que les gusta. El mundo
perfecto.
Hasta
que pasa algo con sus respectivas madres.
La
madre de Eglantyne, ya viuda, se enferma y decide que Cambridge no es un buen
lugar para vivir y se enfrasca en un tour por distintos balnearios de Europa en
los que empuja a su hija a seguirla. A
Eglantyne le espeluzna la idea pero siente que tiene que acompañar a su madre. Para matar el tiempo, empieza a escribir una novela mientras se manda cartas de amor con Margaret.
Margaret
Keynes era varios años menor que Eglantyne y había crecido un poco a la sombra
de sus dos hermanos. Ellos habían seguido el camino académico mientras que a
ella, obvio, la mandaron a estudiar jardinería y arte. Un clásico de la época.
Sin embargo, Margaret hereda las inquietudes sociales de la madre, Florence,
que no duda en meterla en el COS de Cambridge (amiguismo, señores, aunque en
este caso un amiguismo bien usado). Margaret se apasiona por la ayuda social y
empieza a estudiar por su cuenta mientras que abandona la jardinería por la
encuadernación de libros, un oficio que le venía fenomenal para ayudar a sus
amigos y a ella misma. Su timidez e inseguridad desaparece y gracias a
Eglantyne logra apasionarse por algo con soltura.
Y
en este contexto, vemos que aunque Eglantyne es libre (no quiere casarse) se
espera de ella que acompañe a su madre y la cuide. En este sentido, es esa
fuerte amistad con Margaret lo que la salva en caer en el abismo de la vida
doméstica.
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Fuente: http://the-history-girls.blogspot.com/2014/05/eglantyne-jebb-woman-who-saved-children.html |
Sin
embargo, en la casa de Keynes también hay problemas. Mientras sus dos hermanos
gozan de una libertad que no tiene ella (recordemos que vivían por su cuenta y
Maynard estaba en pleno affaire con el pintor Duncan Grant) Florence empieza a
ver con muy malos ojos la excesiva correspondencia de su hija y Eglantyne. La
madre supervisa a sus amigos y la sigue de cerca, piensa que es hora de casarse
y habla con su hija. No puede seguir tonteando con esa mujer mayor que está
obsesionada con su hija. Es paradójico porque en esa misma época Maynard casi
se confiesa con su madre y con su hermana. Lo sabemos por una carta que le
escribe a Duncan, su amante: “he tenido una horrible conversación sobre el
matrimonio con mi madre y Margaret y prácticamente he tenido que admitir lo que
soy” (p.246).
Sin embargo, Florence amó con devoción a su hijo al que no le exigió que
cambiara de vida.
Pero
volvamos a Eglantyne y Margaret. La historia de amor entre ellas duró hasta que
Margaret se comprometió con A.V Hill (futuro premio nobel) y en entrevistas
posteriores que concedió dio a entender que había una gran obsesión por parte
de Eglantyne (incontrastable, los muertos no pueden defenderse). En cualquier
forma, Eglantyne sufrió mucho esta separación y decidió que lo mejor era
enfocarse en el trabajo. El mismo año de la boda de Margaret, Eglantyne decide
irse a los Balcanes como parte del Fondo de Ayuda Macedonio que estaban ya en
guerra. Este viaje fue demoledor para ella. Vio la miseria de los chicos en
primera persona y posiblemente fue el germen de Save the children. A su vuelta
se vuelca de lleno en recaudar dinero para los chicos víctimas de la Primera
Guerra Mundial que acababa de comenzar. Incluso es encarcelada por repartir folletos
con fotos de niños hambrientos (ver imagen adjunta). Pero hay que esperar a que termine la guerra
para que las hermanas Dorothy y Eglantyne se decidan a fundar Save the children
que sigue funcionando hasta el día de hoy.
A Eglantyne no se le conocieron más amores. Supo
adaptarse a los tiempos en los que la mujer despertaba en lo que a derechos se
refiere pero que todavía era sospechosa de muchas cosas. Y como broche oro, poco
antes de morir escribe la Declaración Internacional de los Derechos del niño en
el marco de la Sociedad de las Naciones.
Muchas
enseñanzas nos deja la vida de estas dos mujeres. Aquí, unas humildes conclusiones.
·
Las
mujeres tienen que demostrar mucho para triunfar.
· Se
espera de ellas que cuiden a otro. Si se casan, al marido y a los hijos. Si quedan
solteras, deben cuidar a la madre. Recordemos que todavía en el siglo XXI, las mujeres siguen siendo mayoría en las profesiones de enfermería, servicio doméstico, niñeras y maestras de primaria y educación infantil).
· Cuando
hay suerte, dependen de maridos y padres benévolos que le dan ese lugar de
preponderancia.
·
El
matrimonio y los hijos entorpece la vida laboral de las mujeres, no así la de
los hombres.
· La
mirada de las madres tiene un peso importante en las decisiones que toman hijos
e hijas (lamentablemente los padres pintan poco).
·
El
dinero sigue siendo un factor determinante en esa emancipación de la mujer. Por
eso sigo reivindicando ese lazo entre desigualdad económica y derechos de la
mujer. Cuando una sociedad se empobrece, las mujeres (y los niños) pagan el
pato en mayor medida. Son menos libres para irse, empezar una nueva vida, etc.
En
España se estima que entre un 10% y 20% de los niños ha sido víctima de abusos
infantiles. ¿Quién protege a los chicos? James
Rodhes fue la cara visible del impulso a la nueva Ley de Protección
integral frente a la Violencia contra la Infancia que peligra si no se aprueba con carácter de urgente su
discusión en el Congreso.
Hace
exactamente 100 años, una mujer que nunca tuvo hijos, se dio cuenta de que los
niños son siempre el eslabón más débil cuando hay guerras y pobreza estructural. Fueron mujeres
las fundadoras de Save the children y no es casual. Ella son las que cuidan. Ellas ven de cerca
crecer a los pequeños.
Y
ese lazo invisible actúa como un yunque que pesa como mil demonios pero también
es una fuerza arrolladora que actúa como una apisonadora cuando de verdad hay
ganas de cambiar las cosas.
Contra
viento y marea.
Etiquetas: Bloomsbury, economía feminista, Eglantyne Jebb, feminismo, James Rodhes, Margaret Keynes, Robert Skydelsky, Save the children